27 años | Demián
Mayo
Tres años después...
Termino de firmar los contratos y los apilo a un lado del escritorio, busco en el computador los informes del último mes y le envío a Sebastián todo por correo. Según sé, se fue a casa temprano porque tenía unas cosas muy importantes que hacer, lo que supongo tiene relación con su nuevo negocio de patrocinar autos de la F1.
No lo juzgo, es una parte importante de su vida y me alegra que haga lo que ama sin tener que arriesgar su vida por ello. Se le ve más contento, vivo y sin resaca. No diré que me alegra estar a punto de perder a mi mejor amigo, pero ese accidente solo lo impulsó a ser mejor persona.
—Jefe, ¿estás ocupado? —cuestiona Mariana después de dar dos golpes en la puerta.
—No, pasa —ingresa con esa seguridad que cautiva a cualquiera, pero con el ceño fruncido y su vista fija en el iPad—. ¿Qué necesitas?
—Firma aquí —me pasa la Tablet con el lápiz electrónico—. Es para el permiso de los productos hidráulicos que vienen de Dubái, llegarán el viernes por la noche. Y el sábado por la noche es la reunión con los Jackson, debes ir.
—¿Y tú vendrás conmigo? —pregunto con una sonrisa.
Ella rueda los ojos y sacude la cabeza.
—No, deben ir los directivos, Demián —recalca y toma el iPad otra vez—. Debemos ser profesionales.
—Por eso mismo, necesito una cita —la veo relamerse los labios.
—Que el señor McCain sea tu cita —sonríe toda coqueta—. Por cierto, he estado llamando a este señor, el de Tailandia...
—Phil Brentson —corrijo.
—Sí, ese. Dios, es tan difícil de encontrar, siempre me lo niegan —gruñe—. Pero no te preocupes, haré todo lo que esté en mis manos para dar con él y hacerle una propuesta. De que firmamos con él, lo hacemos.
—Estoy muy impresionado, señorita Hart —halago, me pongo de pie y camino hacia ella.
—Lo sé, soy la mejor secretaria que podrás tener en tu vida —alardea—. Deberías darme un premio.
—Tengo algo en mente —doy un paso más cerca.
—¿Y qué es? —ladea la cabeza, mirándome con esos grandes ojos color avellana.
—Una cita conmigo esta noche —ella suelta una risita ante mis palabras.
—Definitivamente no —sentencia, arrugando la nariz.
—Definitivamente sí —asiento rotundo—. No aceptaré un no por respuesta.
—Vale —suspira—, pero no es una cita.
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Solo porque sí (Saga D.W. 3)
RomanceAnggele y Demián. Demián y Anggele. Del mismo modo y en sentido contrario. Separados son un caos; juntos, una catástrofe. Son el uno para el otro. Están hechos para complementarse mutuamente. Pero, ¿lograrán darse cuenta a tiempo? Ninguno quiso que...