29. Planes navideños.

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27 años | Demián

Diciembre


Estaciono la camioneta, quito el teléfono del soporte y las llaves del contacto.

—Mi madre tiene esta idea que debemos pasar navidad todos juntos y esa cuestión —murmura Sebastián desde el altavoz, que ahora mismo debe estar en un avión con destino a Londres—. Desde el accidente sigue pensando lo mismo, ahora se la pasa lacrimógena todo el tiempo.

—Las mamás son así —le recuerdo—. Mamá no ha parado de llamarme, se volvió loca cuando le dije que llevaré a Anggele.

—¿Ya sabe de ella? —cuestiona sorprendido.

—Solo le dije que iré con alguien —sonrío entrando a la casa, saludando a Malcom con un asentimiento.

Malcom es el nuevo guardaespaldas de Aiby, eso de que mi hermanita sea famosa nos tiene en tensión constante, no por nada malo, solo que es raro verla socializar con todo el mundo. Aibyleen pasó de trabajar como modelo para compañías pequeñas, a ser la cara de las marcas más prestigiosas del mundo.

—¿Y la rubia sabe que irá contigo? —se ríe.

—No, pero lo sabrá —sonrío y subí las escaleras, la casa está en penumbras y sé que Aiby debe estar dormida—. Hablé con su madre en estos días, dijo que no podría venir y sugirió que era una buena trampa para Anggele. Es muy raro que ella no vaya a Australia para ver a su madre, entonces podré persuadirla.

—¿En serio eres esa clase de novio? —se carcajea—. Dios, hermano, ¿qué te han hecho?

—Estoy enamorado, cuando te pase lo mismo me voy a burlar de ti —declaro con diversión, escuchando el silencio que se apodera de la línea.

—No creo que eso suceda por ahora —suspira—. Me aseguraré de hacértelo saber cuándo pase.

—Más te vale —me detengo en seco al entrar a la habitación—. Surgió algo importante, te llamo mañana.

—Bien, porque tengo un dolor de cabeza que me está matando —bufa y cuelga, sin siquiera despedirse.

Cerré la puerta detrás de mí sin hacer el más mínimo ruido, me acerqué a la cama y sonreí al fijarme en mi preciosa novia que dormía en su lado favorito: el derecho. Me siento junto a ella, apartando los mechones rubios que me impiden ver su rostro, acariciando con suavidad el contorno de su mejilla.

Anggele se remueve inquieta ante mi toque, frunciendo las cejas.

—Hola —trazo su labio inferior con mi pulgar.

—Mmh, hola —sonríe, parpadeando hacia mí.

—No sabía que vendrías, habría llegado más temprano —digo, pasándole el cabello detrás de la oreja—. ¿Y el Jeep?

—Vine en taxi —su mano, aún cubierta con la muñequera, toma la mía y aprieta mis dedos—. Aiby quería ver una película y yo no quería conducir. Ella pagó el Uber.

—¿Qué película vieron? —beso sus nudillos.

Thor: Ragnarok —sonríe.

—¿No pudieron esperarme? —le hago cosquillas, reconfortándome con melodiosa risa.

—No llegabas... ¡Ay! —suelta una carcajada tras otra, sin poder contenerse y escapar de mis manos—. ¡Demián! Aibyleen se va a despertar, basta... ¡Ya! Auch —controla su respiración cuando mis manos acarician su torso bajo aquella diminuta camisa de tirantes—. ¿Por qué llegaste tan tarde?

Solo porque sí (Saga D.W. 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora