¿El interrogatorio?

69 12 5
                                    


El chico del estacionamiento Quisiera que me hables más de eso de tus libros, me dejaste con la intriga. Te quiero. Buen día.

Era un mensaje de Paulus reía para mí, ni de loca le cuento lo que leo y lo que producen esas líneas.

Lelya Buen día. No hay nada interesante, libros románticos a base de imaginación. Te quiero.

Le respondí sin tema de seguir la conversación, suspiraba no debí decirle que era lectora, pero ver su cara de sorprendido no la cambió por nada.

Sonó mi teléfono.

—Buenos días cariño— saludo mi mamá con una enorme sonrisa, en eso alzó una caja enorme— esto es para ti cuando regresemos, alzó sus cejas.

—Buenos días mamá, ¿Qué es?— pregunté con curiosidad —dime dime dime,— le insistí.

—No niña necia— habló mi papá entrando al cuarto,— hice un puchero.

—¿Y qué tal te fue con el muchacho?— me hizo una cara picara y curiosa— miro a mi papá.

—Muy bien me propuso ser su novia— me emocione al contarles, — ¡en serio!, me miró emocionado mi papá al igual que mi mamá.

—Cuéntanos todo— me miraron emocionados acomodándose en la cama.

Les empecé a contar con detalle de cómo fue mientras ellos ponían atención como niños pequeños contando un cuento me sentía tan feliz de que ellos compartieran la misma felicidad que yo sentía.

—¿Cuándo regresemos esperamos que lo primero que sea es conocerlo? —alzó sus cejas inclinándose a la pantalla,— no la presiones José— miro mi mamá a mi papá.

—Téngalo por seguro— les guiñe un ojo.

—Bueno cariño te dejamos y con cuidado y cuidándote— pero si no quieres no pasa nada— habló mi papá entre risas—¡José! no quiero ser abuela todavía, pero yo sí —se levantó mi papá.

Me reía como peleaban por eso, —los dejo y si me cuidare tampoco quiero hijos a esta edad,— hizo un puchero mi papá viéndome.

—Te queremos y abrígate— yo también los quiero.

Cortamos y bajé a la cocina ya que tenía hambre como siempre me hice un sándwich con un jugo de fresas mientras esperaba el sándwich puse música melancólica como siempre.

Cantaba a todo pulmón imaginándome que el jugo era una cerveza me reía yo sola de recuerdos que se me venían a la cabeza así fue cantaba hasta que me acabe lo que había preparado, y que acorde que no había hecho tarea tampoco había ido al gimnasio.

Lave lo que había ensuciado iba a subir las gradas al cuarto y sonó el timbre.

Abrí la puerta eran Maite, Nicolás y Johan con fundas en sus manos.

—¡Cuéntanos todo!— la emoción de Maite se notaba— trajimos para hacer sándwiches y ver películas —señaló las fundas Johan— yo solo quiero saber lo que paso —me miro Nicolás con intriga.

—Primero calmémonos les contare todo, pero han madrugado son las ocho de la mañana— si— sonrió Nicolás— y eso es un milagro porque yo no madrugo— alzó sus cejas Johan—reímos.

—¿Ya desayunaron?— pregunte con vista a todos.

—Si ya— pronunció Maite y le siguió Nicolás— yo también pero no me quejo si me brindas algo— pasó por mi lado Johan.

—Come lo que quieras —señale la cocina, paso hacia ella y le seguimos atrás para acomodar lo que habían traído.

—¿Nos contaras? -recalcó Johan con un pan en su boca.

LO QUE QUIERO OLVIDAR ( En Proceso) 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora