La Declaratoria II

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—Si a las cinco de la tarde salgo, — hablo Paulus en video llamada.

—¿Te quedarás en casa de tu hermana?

—Por ahora hasta que mi mamá se ponga mejor, su voz se tornó triste.

—Está bien, —sonreí.

—Te dejo te llamaré cuando llegue si, te quiero Lelya. — Me mando un beso con su mano.

—Bien, espero que te valla muy bien en el viaje, te quiero. — Le devolví el beso.

Cortamos. Estaba cansada del gimnasio así que fui a mi habitación a bañarme y puse canciones melancólicas sin estar melancólica. Recojo el desastre que estaba a mi alrededor e hice tarea así estuve como tres horas hasta que sonó mi teléfono que lo había dejado en la cama pensé que era Paulus y no eran mis padres eso me puso muy feliz.

—¡Cariño!, —habló mi papá con emoción.

—¡Papá! ¿Cómo estás? ¿¡y mamá!? —me escuchaba emocionada.

—Estamos bien mi niña, tu mamá está bañándose, pero ya sale.

—¿Y tú cómo estás? por ahí me entere que hay un chico rondando ¿Quién es?, me hizo una cara de pícaro.

—Heee, no sé de qué me hablas —moví mi cabeza haciéndome la desentendida.

—Mi niña tu sabes de que te hablo.

—Sí, hay alguien...

—Pero —señaló fuerte.

—Tengo miedo.

—No hay por qué temer si sientes algo así sea mínimo y es correspondido no hay porque temer, vamos con todo que el pasado no sea interrupción ¿ha sucedido algo más? —alzó sus cejas.

—Pues... me corte el me conocía y era difícil ocultar algo.

—¿Seré abuelo? su emoción era notable.

—No papá todavía no es el tiempo estoy muy chiquita.

—¡Chiquita!, hablo mi mamá —. Para follar no verdad.

—¡Mamá!

—¿Si te estas cuidando verdad?

—Si mamá y solo ha sido una vez.

—Bueno, igual utilizando condones, —recalcó la última palabra mi papá, recuerda que también hay enfermedades —lo se mamá —. Salió con una toalla que se le ceñía a su cuerpo voluptuoso era ya una señora, pero tenía un cuerpo envidiable para su edad mi papá la miraba con amor él también era un señor de su porte. Eso hacía que mis expectativas sean más altas.

—Entonces cariño cuídate, esperamos conocerlo pronto—. Me giño un ojo mi papá al lado de mi mamá y ella sonreía. Me sentía feliz verlos así siempre con amor y lo transmitían.

—Así será no se preocupen.

—Siempre lo haremos niña necia, sonreí ante eso. — Bueno te dejamos y cualquier cosa nos avisas te queremos.

—Los quiero y se cuidan.

Terminé de hablar con ellos salí a comprar algo mientras entraba al auto decidí llamar Maite que no habíamos hablado luego de la cita, pero la veía cariñosa con Nicolás.

—Hola señorita de ojos oscuros, se notaba su emoción en la voz.

—Hola niña que me olvida—. La regañe.

Sonrió—No es eso, solo que ya te cuento ¿estás en tu casa?

—Estoy de salida, pero si quieres te voy viendo y hablamos.

LO QUE QUIERO OLVIDAR ( En Proceso) 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora