Fuego

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Nuestros labios se rozaron al compás de todo en me agarro de la cintura pegándome mas a su cuerpo y a su miembro duro nuestras miradas chocaban de vez en cuando solo había besos y el movimiento con nuestras partes íntimas sin quitarnos la ropa.

—Esto puede salir mal —dijo agitado sin verme.

—He lo crees —quería quitarme de encima de sus piernas.

Él no me dejo más me sentó para que sintiera su calor y me centró encima de su miembro sentía que ya estaba mojada lo suficiente para entrará en mí.

Pero qué dices.

Me dijo mi subconsciente.

No quiero hacerte caso en este momento subconsciente déjame disfrutar.

—¿No eres virgen verdad? —me lo susurro en mi odio.

—¿Te importa eso?

—Me importa el no hacerte daño —fue lo más dulce que escuche.

—No soy virgen.

Me miró y fue un hazlo con todo que aquí no se teme a nada, y sí hazlo así. No sé por qué estaba tan hormonal.

Ese fue el punto para el siguiera con lo que iba hacer metió una de sus manos por debajo de mi blusa tomando un de mis senos con su mano haciendo movimientos provocadores frotando y tocando en círculos mi pezón eso me estremecía quería más de lo que estaba provocando, pero no podía lanzarme, mi subconsciente cada rato me hablaba.

Cállate subconsciente.

No lo haré parecía que me dijo.

No vas a arruinar mis planes. Eso me dije y seguí con lo que estaba pose mis besos húmedos en su cuello eso hizo estremezco saco su mano de donde estaba sostuvo mi cabeza besándome con intensidad como si eso lo hubiera querido hacer desde el primer día nuestras intimidades rozaban con la ropa sabía que él quería y yo sabía que quería.

—Lo siento —dijo tan sereno.

—¿De qué?

—Esto no debe pasar —me quito de encima de él dejándome en el sillón.

¿Qué? primero me pone hormonal y ahora que no debe pasar, si no debe pasar.

—Cierras la puerta cuando salgas —me lo dijo así tan serio metiéndose en uno de los cuartos.

Imbécil.

Salí con irás desde los dedos de los pies hasta la cabeza, salí cerrando tan despacio para que no sepa mi enojo cerré tan despacio que no supo si salí o no.

Regrese de lo más normal como si solo hubiera sido un arranque sin sentido, no sentía enojo de verdad, no sentía nada y eso era lo mejor.

Sonó mi teléfono sacándome de lo concentrada que estaba del camino.

—Hola —dije sin ver quien era.

—Lel.

—Si yo misma.

—Reunión hoy a las siete —sonó feliz Nicolás.

—¿Buenas noticias?

—Más que buenas así que vuelva viniendo.

Si supiera donde estoy no me dijera vuele.

—En cinco estoy ahí —mentí.

—¿Con dos pizzas? —rio.

—Con tres entonces.

Rio. —Aquí te esperamos.

—Voy —corte.

LO QUE QUIERO OLVIDAR ( En Proceso) 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora