Qué tensión

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Fui directo al restaurante que mamá me había dicho estacione el carro en la entrada ya que lo iban a llevar al estacionamiento.

—Buenas noches señorita Maldonado.

—Buenas noches, —entregue las llaves y entre.

El lugar estaba algo vacío y eso me estremecía un poco los vi a lo lejos en una mesa bastante adornada y ellos radiantes como siempre. Seguía con la idea de que los que no querían que sepa sobre eso no eran ellos, tal vez sus nombres eran idénticos.

—Buenas noches, hermosos padres, —me acerqué y les di un beso.

—Nuestra hermosa niña.

—¿Para qué es esta cena? —pregunte ansiosa.

—No te desesperes ruletita, —mi papá tocó mi nariz.

—Bueno...

Trajeron la comida que se veía tan exquisito todo eran unas albóndigas con carne y un jugo que no tenía ni idea de que era, pero sabía que me iba a gustar, comimos entre risas y platicas del día los miraba tan contentos que todas mis dudas ahora si se fueron mejor iba a dejar a un lado eso de lo cual quería saber.

—¿Pensativa? —mamá me miró sonriendo.

—No solo que me gusta verlos así tan alegres, —tome de sus manos.

—Terminaste con Paulus, —papá lo dijo.

No sabía que decir no les contaba mucho de cuando terminaba con alguien bueno tampoco es que haya tenido tantos novios, pero no pienso decirles lo que realmente paso, aunque creo que ya lo saben.

—Sí, —susurre.

—¿Te hizo algo?

Si supieras ahora mismo sales y eres capaz de muchas cosas papá.

—Solo que fuimos muy rápido y no nos entendíamos.

—¿Segura?

—Sí mamá ¿por qué?

—Curiosidad ya que no los veíamos juntos.

—Bueno. Ahora a qué venimos aquí —los mire fijamente sin que me cambiaran de conversación.

—Miraaa —mamá sacó una carpeta de su bolso.

—¿Qué es? —Tenía emoción.

Me la dieron solo los mire y ellos me miraban con entusiasmo al momento en que la iba a abrir.

—¡Boletos para ir a Alaska! —los mire con tanta alegría.

Me levante y los abrace y los bese esta era mejor noticia la mejor de verdad, desde pequeña había querido ir ahí pero no podía por estar constante en el médico y el frío me hacía mal pero ahora ya podré.

Ellos no saben la verdad.

Me habla mi subconsciente.

Déjame disfrutar este precioso momento, luego sabré cómo decirles.

—¿De verdad? —seguía sin creérmelo.

—Te lo mereces ahí hay tres boletos puedes irte con tus amigos, —mi papá me miraba con tanta alegría.

—¿En serio?

—Si cariño, —mi mamá me volvió abrazar y a dar besos en las mejillas.

Me sentía la persona más querida no por el viaje si no de verdad lo era ellos daban todo por mí su cariño y atención que eso era lo que más me importaba era lo demos lo material.

LO QUE QUIERO OLVIDAR ( En Proceso) 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora