~8~
Cuando por fin consigo sacar las fuerzas suficientes, me levanto del suelo. Cabizbaja, me dirijo hacia el baño. Necesito darme una buena ducha para asimilarlo todo, notar que el agua cae encima de mí me relaja, saber que al menos el agua sí que cae y no se puede levantar nunca, me consuela, pues si a mí me pasara eso, sabría que las diminutas pero abundantes gotas me acompañarían en mi miseria.
Cuando enciendo el grifo, esperando a que el agua se caliente, voy sacándome la ropa, dejando que la tela de esta seque las lágrimas que no paran de derramarse por mi cara. En cuanto me meto dentro de la ducha, rompo a llorar.
El agua caliente destensa mis músculos, pero el alivio no es suficiente como para centrar mi atención en lo que hago. Pronto empiezo a darme golpes contra la pared, repitiéndome lo inútil que soy, por estar llorando porque un tío al cual apenas conozco me ha bloqueado de sus redes sociales. Que patética me siento, sinceramente. Solo me ha utilizado para tratar de aprobar un examen. ¿Cómo he sido tan tonta?
Temo estar perjudicando más a los blancos azulejos de la pared que a mi cabeza, por lo que paro de chocar mi cabeza contra esta. Me froto la frente con la mano, y agarro la gris alcachofa por la que sale el agua, me acerco el chorro al cuello para que la presión en esta zona sea mayor.
Mientras que me aplico el champú, y me masajeo la cabeza lentamente, respiro hondo, tratando de llenar un vacío que hasta hace poco no sabía que estaba ahí. Cuando consigo calmarme, salgo de la ducha, y de pronto las palabras de John aparecen en mi mente.
-Van a hacer una fiesta en casa de un amigo, ¿vienes?-
Ya le había dicho que sí que iría, pero ahora me apetece mucho más. Darle con un canto en los dientes a Will, y a la estúpida parte de mi que está llorando por él, me vendrá bien. Además seguro que será divertido.
Decidido esto, me ato el albornoz con un sencillo nudo, y corro en dirección a mi habitación, en busca de un buen modelito para llevar.
Ha pasado media hora, y lo único que he hecho, ha sido desordenar más mi cuarto. Tengo miles de prendas tiradas por el suelo, solo he conseguido decidir, mi ropa interior, la cual va a ser; un sujetador, y un tanga negros a juego. Por el resto, no he encontrado nada que se acerque a lo que me gustaría llevar. A veces desearía tener a una amiga chica aquí, para que me ayude en estos casos, contándome sobre la ropa que va a llevar y aconsejándome.
Tres camisetas y cuatro vestidos más tarde, he conseguido elegir algo adecuado para la ocasión. Unos pantalones ajustados, negros, un top que deja poco a la imaginación en lo que al escote se refiere, de manga larga, y color blanco, por último una sudadera ancha por si acaso hace frío.
Una vez decidido el modelito que voy a llevar, bajo para comer algo. Con un ánimo no muy alegre pero tampoco melancólico. Pues las tripas me rugen tras haber estado pensando tanto.
Me encuentro a mi madre en la cocina, fregando el cazo que ha utilizado para hacer la sopa. Apenas hablamos, cada una está a lo suyo. Mi madre está tarareando una canción mientras limpia, y eso ha sido lo único sobre lo que hemos conversado.
Al acabar, subo las escaleras rápidamente, y me tumbo en la cama, con un libro en la mano. Lo abro cuidadosamente por la página por la que iba, y empiezo a leer.
A la media hora, el sueño comienza a evadirme, haciendo que los párpados me pesen cada vez más, por lo que termino decidiéndome y apago la luz. Me acomodo en la cama y cierro los ojos, esperando a que el sueño me lleve con él durante las horas suficientes como para reconfortarme.
*
De mala gana me levanto de la cama temprano, pues hoy es viernes, el día de la fiesta, y también el último día de insti de esta semana. Lo cierto es que mis ganas de ir son nulas, pero con un poco de suerte, Will, no aparecerá por ahí. Aunque quizás ni necesito suerte para que eso ocurra.
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Contigo y sin ti
RomanceBritney Paige, ese es mi nombre, pero el comienzo de los peores y mejores días de mi vida tiene otro nombre; William Kaest. Y por suerte o por desgracia me tocó enamorarme de él.