Capítulo 13

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~13~

Brittney

Una vez en mi habitación, con el albornoz puesto, el móvil comienza a sonarme desesperadamente. Me debato entre si cogerlo o no, pues estoy desnuda, tan solo con un albornoz encima, aunque la persona al otro lado de la pantalla no lo verá…

Me acerco a la cama, donde he dejado antes el teléfono, el nombre de John aparece en la pantalla. Mi interior se decepciona y alegra a partes iguales, no estoy segura de porqué me he entristecido, pero creo que prefiero no saberlo. Los nervios entran en mi sistema, y siento un hormigueo en la tripa que me revuelve el estómago, causado por las ganas que tengo de contarle cada detalle de todo lo que ha pasado hoy. Esbozo una gran sonrisa para mi misma, y antes de que cuelgue, le respondo.

       -Hola, siento no haber contestado antes guapa, estaba en el entrenamiento. -Esta jadeando por el cansancio, pero aún así su voz suena bastante preocupada.

       -No te preocupes. Ya he solucionado el problema. -Mi voz ha debido de entusiasmarse demasiado en la segunda frase, porque hace un extraño ruido antes de añadir.

-¿Problema?

-Oh si, pero Will ha venido a rescatarme. -Mi mejor amigo comienza a reírse bajito, y casi puedo visualizar la cara de “te he pillado” que tendrá ahora mismo.

-¿Con que Will? Desembucha pequeña sabandija.

Empiezo a contarle todos y cada uno de los detalles sobre el día de hoy. Por cada frase, una respuesta orgullosa de John. Me ha escuchado durante todo el rato, con mucha curiosidad, y seguro que con una sonrisa de listillo en la cara que no se le habrá quitado en ningún momento. El tono de mi voz ha subido a medida que iba contado cada detalle, según me iba entusiasmando, tanto que mamá me ha regañado por gritar.

         -Entonces, ¿era grande? -Pregunta con un atisbo de curiosidad en la voz. Mi sonrisa se ha hecho cada vez más grande, y mi mirada estaba perdida en el vacío, tratando de visualizar cada parte, especialmente “esa” parte.

         -Más de lo que te puedes imaginar. Dios, me he tirado a muchos chicos, pero madre mía, la suya era somo especial. – Le indico haciendo un gran gesto con las manos, exagerando todavía más el tamaño, aunque él no pueda verme. El calor ha inundado mis mejillas, pues recordar esos momentos ha hecho que la temperatura de mi cuarto suba diez grados de golpe.

         -Pues, a ver yo no digo nada, pero si tan bueno parece, podemos probar… No sé los tres. – Bromea.

        -Eh eh, tu no estabas muy pillado por una tía ¿Cómo era? ¿Jeniffer? No me quites a mi Will.

         -Si, Jen, a ver, me gusta, de echo hemos hablado durante estos días, no te lo había dicho. – Su tono de voz se ha alegrado nada más ha empezado a hablarme de esa chica, ignorando completamente la sugerencia que ha hecho hace nada mas unos segundos. Le pido que me cuente con mucho entusiasmo, lo que hace que reaccione, y hable sin parar.

         -Bueno, a ver, el otro día la llamé. Pensaba que no iba a contestar, por eso lo hice. No tenía nada mejor que hacer, claro, sino no la hubiera llamado, ni hubiese pensado en ella si quiera.

         -Ya claro.

         -¡Es verdad! Sigo. El caso es que descolgó. Me preguntó super extrañada por la razón de mi llamada, y le dije que no tenía nada que hacer. Jenny me contó que estaba en su habitación viendo una película, y le pregunté cual, ya sabes una conversación completamente normal. Lo que pasa es que no sé en que momento acabé viendo con ella un realitty, llevábamos tanto tiempo hablando que su película había finalizado. Estábamos criticando a todas las personas que salían en llamada, y bueno, hubo un momento en el que dos estaban… Follando. Entonces el tema se desvió hacia el sexo, por lo que te puedes hacer una idea de como terminamos. Igualmente te lo explico, porque te interesa, y porque me apetece ¿Verdad? – Simplemente hice un sonido de asentimiento, escuchando atentamente, con los pelos de punta, impaciente por que me contara la siguiente parte. – Bueno, pues nos masturbamos a la vez, hablando de cosas subiditas de tono, que por mucho que te apetezca oírlas, me las callo, no te voy a traumatizar aún. – Puse los ojos en blanco y suspiré. – Luego, seguimos como si nada, eso sí acalorados de la hostia. Conversamos sobre nuestros días, quizá como debería de haber pasado al principio de la conversación. Y bueno, seguimos hablando unos días más… Hasta que hemos decidido quedar este viernes, en otra fiesta. Te necesito, ven.

Contigo y sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora