La bajada se hace interminable, como si a propósito el ascensor bajase más lento. – Últimamente este ascensor ha hecho eso demasiadas veces –.Cuando por fin las puertas se abren, puedo ver a Darian ahí, parada, con una sonrisita nerviosa en la cara, impaciente por verme. Me cuesta un mundo no ponerme a llorar ahí mismo antes siquiera de ir a abrirle. Las piernas me fallan al dar el primer paso, haciéndome tropezar. A pesar de ello, sigo hacia delante, a paso rápido, casi corriendo, para llegar hacia ella lo antes posible.
Casi temblando cojo el pomo negro de la puerta, abriéndola, y dejando pasar a la que ha sido mi mejor amiga durante años. No puedo más, y me tiro a sus brazos, tirándonos en el suelo, dejando que me envuelva en un fuerte abrazo. No me doy cuenta de cuanto lo necesitaba, hasta que no estoy oliendo ese aroma a champú de coco, al apoyar mi cabeza en su pelo castaño.
Todas esas noches en sus brazos llorando, bailando, o simplemente haciéndonos compañía, vienen a mi mente como una oleada de nostalgia, que hace que mis ojos se inunden de lágrimas. Comienzo a sollozar al notar todo lo que la he necesitado durante estos meses. Ella también libera todas esas lágrimas contenidas, mojando mi sudadera. Los recuerdos fluyen, rodeándonos, creando un ambiente nostálgico.
Nos quedamos en el suelo, abrazándonos durante un buen rato, hasta que decido que es suficiente. Tiene los ojos verdes llorosos, sus mejillas un poco coloradas, y la sonrisa de dientes perfectos más bonita que he visto dibujada en la cara. Automáticamente, su “tristeza” se vuelve entusiasmo, y empieza a gritar, y saltar. Yo hago lo mismo. La agarro de las manos, saltando, chillando lo guapa que está, y sobre las ganas que tenía de verla.
– ¡Preciosa! ¡No sabes todo lo que te tengo que contar! –. Sus preciosos ojos verdes le brillan de la emoción al decir eso. Me vuelve a abrazar fuertemente, dejando escapar otro chillido. Mi sonrisa se ensancha todavía más, dejando ver mis dientes perfectamente colocados.
Tras un rato así, me separo de ella, para pasarle el brazo por los hombros, apretándola más a mi. Comienzo a caminar, haciendo que nos dirijamos a la salida, mientras le contesto:
– Pues puedes ir empezando ya, tenemos toooda la tarde para ello.
*
Tras ponernos al día cada una con sus temas amorosos, mientras dábamos un paseo. Nos hemos ido al centro comercial, para mirar ropa. De hecho, ahora nos encontramos en el Bershka, mirando camisetas y pantalones para mí.
La verdad es que estar con Darian me ha animado mucho más de lo que esperaba. La nostalgia que he sentido cuando la he visto y abrazado, se ha ido transformando poco a poco en alegría y adrenalina. Es cierto que hemos estado más abrazadas que de costumbre, como si de pronto una de nosotras fuera a desaparecer para no volver. Pero he agradecido todo el contacto físico como si fuese el último, pues he echado tanto de menos a mi mejor amiga, que puedo olvidar mi pequeña norma de ser menos cariñosa con la gente que sé que me quiere, por ella.
Nos hemos pasado la tarde hablando sobre nuestras notas, tanto como hemos criticado a los profesores. También nos la hemos pasado hablando sobre Will y Robert, el chico que le gusta. Al parecer, siguieron hablando. Cada vez él la prestaba más y más atención, hasta que le pidió salir un rato por el parque. Su primera quedada, Darian me la ha pintado con rosas y pajaritos, pero se podría resumir en comer pipas sentados en un banco. Me he alegrado por ella como si me hubiera pasado a mí, cosa que no ha hecho más que animarla a seguir hablando.
Pronto ella le preguntó de volver a verse, esta vez fueron a pasar la tarde en un parque, haciendo miles de tonterías, como tirarse por una cuesta en un carrito de la compra. Así siguieron, hasta darse su primer beso en una fiesta. Todavía no han determinado lo suyo, pero por lo que me ha contado Darian, es como una relación idílica.
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Contigo y sin ti
RomanceBritney Paige, ese es mi nombre, pero el comienzo de los peores y mejores días de mi vida tiene otro nombre; William Kaest. Y por suerte o por desgracia me tocó enamorarme de él.