¿Y quién salvará a Takemichi?

Extra - BajiFuyu y MaiTake.

Quiero estar contigo.
Tan simple y complicado como eso.

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—¡Chifuyu! ¡Deja de hacer eso! —Baji puso los pies en el suelo y tomó rápidamente la cintura del rubio que aceleraba y frenaba la motocicleta a propósito—. Nos vamos a caer si sigues haciendo eso.

El mencionado apretó los labios, aguantado la risa.

—Entonces confíe en mi. Ya sé manejarla —respondió sonriendo y se giró a mirar aquellos ojos dorados—. No es muy distinta a la mía y ya la he manejado antes.

Y te sorprendería saber que, incluso, más que tú.

El azabache apretó su agarre en la cintura de Chifuyu y éste se tambaleó con la moto, avergonzado y sorprendido por la repentina acción.

No cayeron, únicamente por los pies de Baji en el suelo sosteniendo la moto, pero Chifuyu si estuvo a punto de resbalar hacia atrás, por haberse alejado así de pronto.

—¡B-baji-san! ¡Casi caemos! —le regañó con su cara colorada y el mencionado le dio una sonrisa ladeada.

—¿Si ves? Aún no puedes con el peso. Hagamos otra cosa —insistió bajando de la moto y Chifuyu lo miró serio.

—¿Seguirá posponiéndolo? —le preguntó desanimado, estabilizando la moto, antes de bajar de ella.

—No es que no quiera enseñarte. Ya me di cuenta de que sabes manejarla. Te vi cuando la llevaste a la escuela -respondió el azabache alejándose, con las manos en sus bolsillos—. Por eso deberíamos hacer otra cosa. Hay que aprovechar el fin de semana.

—¿Eso significa que me dejarás manejarla más seguido, Baji-san? —el rubio lo alcanzó, mirándolo con emoción y brillo reflejados en sus ojos esmeralda. El azabache evitó mirarlo, ya que sabía lo fácil que esa mirada obtenía lo que quisiera de él.

—Tienes la tuya, no hace falta.

—Siempre se daña —bufó Chifuyu, cambiando su gesto emocionado por uno aburrido y siguiendo su camino hacia la entrada del edificio.

—Cuando se dañe de nuevo, te llevaré a donde necesites —le prometió el azabache con una sonrisa que Chifuyu se dedicó a detallar con esmero—, no hace falta que la manejes tu sólo.

La burbuja explotó y Chifuyu volvió a su expresión medio molesta, pucheriando un poco.

Se le hacía muy complicado dejarle montar su motocicleta y aún así se la dejó al morir.
¿Debería sentirse más honrado o empezar a dudar sobre el significado de esa acción?

—¿No te agrada la idea? —preguntó el de ojos miel mirándolo y Chifuyu deshizo su puchero pensando en la respuesta.

Baji llevándolo a donde necesite...

—¿Usted como mi chofer personal? —el rubio sonrió emocionado—. Sí ¿por qué no?

—¿Chofer? —el azabache levantó un ceja incrédulo ¿desde cuando Chifuyu le hablaba así?

El rubio lo miró, sosteniendo esos ojos color miel que intimidarían fácilmente a quien fuera; menos a él... Él ahora agradecía el simple hecho de poder mirarle a los ojos.