XIX

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Contra el viento…

Nuestro momento, sé que ya llegó y lo presiento.

Contra el mundo, los mares,
No habrá quien nos separe.

Contra el viento, el viento…

Yo pegaré un grito al cielo.
Soy más fuerte si estamos los dos.
Va a rendirse el mundo entero…

¡Yo contigo, tú conmigo!

✧༺♥༻✧

10 de Agosto del 2005:

—. Oh, tú eres el chico de la vez pasada ¿vienes a ver a Takemichi? —preguntó rápidamente la señora Hanagaki, poniendo la mano en el micrófono del teléfono, para prestar total atención al rubio que se encontraba frente a la puerta con un bento en la mano.

—… Am~ sí, buenas tardes —respondió eficazmente inclinándose; al parecer la mujer estaba ocupada —. No quiero importunar, sólo me preocupó que no respondiera su teléfono, lo mantiene fuera de servicio.

—. Eso es porque está apagado y yo tengo su cargador. Perdón. Pero pasa, él está en la terraza, dibujando o algo así  —le dijo haciéndose a un lado para darle acceso a la entrada y el oji-verde le agradeció, aceptando la invitación.

Chifuyu recordaba perfectamente el camino a la terraza, así que, sin pedir indicaciones, dejó a la mayor hablando por teléfono en la sala y subió rápidamente.

Al llegar, sintió las fuertes oleadas de viento golpear su rostro y observó a su amigo acostado en el suelo, con sus pies al borde del techo, leyendo bastante concentrado.

Bueno, más que concentrado parecía acabado de despertar, pues su rostro se veía adormilado. Tenía una bermuda verde oscura y una franela blanca llena de manchas de pintura negra. Se veía agradable e inusualmente tranquilo.

Chifuyu debía mejorar aún más el ambiente.

—. ¡TAKEMICCHI! —gritó de repente sentándose a su lado y el mencionado dió un leve respingo y se sentó también, escondiendo inconscientemente la revista que leía.

Que buena forma de mejorar el ambiente.

—. ¡¿Chifuyu?! ¿Cómo entraste? —le preguntó el bicolor con su voz extrañamente tranquila a pesar del pequeño susto.

—. Pues por la puerta. Tu mamá me dejó pasar —respondió el mencionado con obviedad, tratando de mirar tras su espalda.

—. Ah cierto... Había olvidado que está aquí.

—. ¿Qué escondiste? ¿Leías cosas indebidas? —preguntó el más alto de repente, mirándolo con sus ojos verdes entrecerrados.

Takemichi le vió un poco confundido y se dispuso a mostrarle la revista, hasta que un recuerdo pasó fugazmente por su cabeza y entonces se frenó y le devolvió esa mirada curiosa y casi burlona.

—. ¿A qué te refieres con indebidas?… ¿indebidas cómo ese manhwa que compraste “accidentalmente” y que aún conserv…?

¿Y quién salvará a Takemichi? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora