Capítulo 13.

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¿Alguna vez supimos que llegó a pasar por la cabeza de Scottie? ¡Ahora lo sabremos!

SCOTT PDV:
-Un año y diez meses, sólo espero llegar a los dos y largarme de ahí.
-¿Por que no terminar ahora? - le pregunté.
-Cuándo cumples los dos años te dan un bono de mil dolares extra, muy tentador.
-Para ser un estúpido museo pagan muy bien, ¿No hay bacantes?
-No lo creo, hermano. Y aún que lo hubiera, tendrías que pasar por muchos exámenes, ya sabes, ese museo no es de una persona terrenal, es de uno de los de abajo.
-Me imagino. ¿Otra? - apunté su botella de cerveza vacia.
-Estoy bien, tengo que conducir a casa - se levantó de su lugar y caminó hacia la puerta. Lo seguí -. Me agradas Scott. Todo lo que has hecho por Jean ha sido muy valiente en tu lugar. Y muy injusto que no te permitan estar en la tierra libremente.
-Lo se...
-¡Bien! - aplaudió - Ahora sí, me voy. Nos veremos. - bajó las escaleras del pórtico y llegó a su auto.
Entré a la casa cerrando bien la puerta. Fui a la cocina Encontrándome con botellas de cerveza por toda la mesa. Tomé una caja de cartón y guardé las botellas ahí. Caminé hacia el sótano con la caja en mi mano izquierda. Encendí la luz y bajé las escaleras. El sótano lo tenía lleno de armas, de todo tipo.
Coloqué la caja en el piso, a un lado del pequeño sofá cubierto de tierra en el rincón. Jean era una experta en hacer armas con cualquier cosa que tocara. He estado acumulando estas botellas desde hace una semana, me siento como un niño pequeño esperando su regalo.
Decidí sentarme en el sofá sin importar lo sucio que éste. Era de un color llegándole al rojo, si no que es rojo, tal vez sí y con el pasar de los años se decoloró.
Me senté recargando la cabeza en el respaldo cerrando los ojos, tratando de relajarme, de olvidar por un momento la situación, de imaginar que soy una persona normal.
"Todo lo que has hecho por Jean ha sido muy valiente eb lugar. Y muy injusto que no te permitan estar en la tierra libremente". Pensé en las palabras de Charly.
-Libremente - reí -. No he sido libre desde que el imbécil de Hank decidió marcarme.
Me levanté rápido y caminé a la planta alta, necesitaba despejar mi mente, necesitaba quitar estos pensamientos que me hacen sentirme peor, necesitaba olvidar que mi vida es una completa basura, que no valgo para nada, que la unica razón por la cual sigo adelante es Jean, Jean y sus ideas de superheroína.
Cerré la puerta del sótano, una puerta de metal de treinta centímetros de ancho. Sólo un poco de seguridad.
Tomé las llaves de la motocicleta vieja que tengo, una Fray's del 89, el metal ya es color marrón debido al óxido, pero es mi transporte, así que, no hay que hablar mal de ella, por ahí escuché que suelen tener sentimientos.
Encendí el motor y comencé mi camino, no sabía exactamente a dónde quería ir, sólo necesitaba sentir el aire golpear mi rostro.
Recorría las calles pasando unas cuantas luces rojas, las calles estaban vacías ya que eran las dos de la mañana así que no me importaba romper algunas reglas.
Llevaba aproximadamente veinte minutos conduciendo sin rumbo, cuándo una idea cruzó por mi cabeza. Giré en U y tomé mi nuevo destino, quedaba al otro lado de la ciudad así que me tomaría unos treinta minutos en llegar, pero con las calles vacías se reduciría a diez.
Y así fue, diez minutos después estaba llegando a mi destino, apagué la motocicleta una calle antes para no ser escuchado, la arrastré hasta un pequeño parque justo enfrente del lugar, la apoyé en un árbol. A un lado había una banca color verde, me senté, estaba fría y humeda. El parque ya estaba muy viejo y sucio, el área de juegos estaba muy mal, los columpios se sostenían sólo con un extremo de cadena, y debido al viento chillaban al moverse, fácil podría ser una escenografía para una película de terror, de esas dónde la niña diabólica está en un columpio y no quita su mirada de ti. Si, sería genial.
Me concentre en lo que se encontraba frente a mi, una casa de dos plantas, no grande pero no pequeña, color hueso, definitivamente color hueso.
Tenía persianas rosa pastel y una sencilla puerta color roja. El jardín era lo que resaltaba de aquella casa, era un hermoso jardín muy buen cuidado, tenía arbustos simulando una acera, una pequeña puerta de madera blanca dividía los arbustos. El camino para llegar a los escalones del pórtico era conducido por flores amarillas y azules. Girasoles ocupaban el lado derecho del jardín y rosas rojas ocupaban el lado izquierdo. Definitivamente era el trabajo de una mujer y no de un trabajador. Era el trabajo de una mujer luchadora, una mujer que encargando su mente ocupada en el cuidado de su jardín olvidaría por un momento el hecho de que su hijo estaba muerto. Si, hablo de la casa de Lynn Parnell, mi madre.
Al día siguiente de que "morí" en lo único que pensaba era en ella, en que fue demasiado egoísta dejarla sola. En que habría preferido mil veces haberme quedado con ella a estar en esta situación. Siempre que pienso en ella me llega un gran sentimiento de nostalgia, arrepentimiento, tristeza, enojo y diferentes más. El pensar en ella me causa eso ya qué yo no fui el hijo perfecto, no la traté como se lo merecía, nunca la abracé, no le dije que la amaba, nunca le sonreí sinceramente, eso realmente duele y mucho.
Me dan muchísimas ganas de cruzar ese jardín, abrir la puerta e ir en busca de ella a su habitación y abrazarla y no soltarla jamás. Pero no podía, ¿Por qué? Por que cómo dijo Charly: No puedo vivir en la tierra libremente.
Me levanté de la fría banca y comencé a caminar hacia la motocicleta, me subí en ella. Cuándo estaba a punto de encenderla escuché algo que me molestó, y mucho.
-¡Abre la maldita puerta zorra! - gritó un hombre, estaba de espaldas a mi y se veía que estaba ebrio, se encontraba golpeando la puerta de la casa de mi madre - ¡Abre la puerta Lynn, eres mi mujer!
El tipo giró en mi dirección aún sin verme, y fue ahí cuándo lo reconocí y me molesté aún más. Mi estúpido padre.
No me moví. No iba a dejar que él me viera, resistiría mis ganas de ir y golpearlo hasta dejarlo casi muerto, ganas de decirle que se alejé de mi madre para siempre.
Tuve una idea de alguien que me ayudaría con éste trabajo sin dudarlo. Saqué mi movil y marqué su número. Respondió al tercer tono.
-¿Scott?
-Patch, si, soy yo. Necesito de tu ayuda.
-Claro, ¿Dónde estás?
-Te pasaré la dirección por un mensaje de texto. Sé rápido.
-No hay problema.
Envíe el mensaje y esperé. Mi padre aún golpeaba la puerta de la casa. Una luz se encendió en la segunda planta, la cortina se corrió y apareció el rostro adormilado de mi madre, no puede evitar sonreír al verla, tan hermosa.
Una mano tocó mi hombro por detrás provocando un pequeño salto de mi parte. Era Patch.
-¿Cúal es el problema? - preguntó. Señalé sus espaldas con mi barbilla, se giró con los brazos cruzados en su pecho observando la escena.
-¡Abre la puerta! - seguía gritando mi padre.
-¿Quien vive ahi y quien es él? - señaló la casa.
-Es la casa de mi madre. Él... Es el idiota de mi padre.
-¡Abre la puerta zorra!
-¡Cielos! Esa palabra no me gusta.
Cruzó la calle y rápido ya se encontraba detrás de mi padre.
-A las mujeres no se les ofende - le dijo. Mí padre se asustó y giró rápido para encontrarse con Patch. Su instinto le indicó que golpeara a Patch, puerto estaba ebrio así que el golpe no llegó no a la nariz de Patch. En cambio Patch, le plantó un fuerte golpe en la cara haciendo que callera al suelo. Pateó su estómago.
Se inclinó para quedar a su altura.
-Nunca vuelvas a venir por aquí. Si viernes de nuevo yo estaré aquí esperando por ti. ¿Entendiste?
-S..si, si. - tartamudeo.
-Ahora, una cosa más - se levantó y giró a mi dirección - ¡Ven aquí!
Hice lo que me pidió, camine hacia él
Llegué rápido. Patch caminó mi.
-Es todo tuyo - susurró.
Me acerqué a mi padre poniéndome en cuclillas para quedar su altura.
-¿Scott? ¡Dios, bebí mucho! - río.
-Cierra la boca. Quieto decirte una cosa. En tu vida, te vuelvas a aparecer por aquí, nunca. Dejaba tranquila. Si regresar yo lo haré y te mataré.
Me levanté. Lo tomé del brazo haciendo que él hiciera lo mismo, se tambaleó. Lo lancé hacia Patch para que se lo llevara.
-¿Quien es un idiota? - le dijo Patch riendo -. Tú. Eres un hijo de perra.
Me quedé de pié viendo como Patch se alejaba con mi padre.
Había tres escalones para bajar del pórtico al jardín, comencé a bajar y ya estando en el segundo escuché algo que hizo que se me detuviera el corazón por un segundo.
-¿Scott? - la voz de mi madre. Me giré lentamente para poder verla. Llevaba una bata de baño color rosa y pijama celeste junto con unas sandalias. Sus ojos se cristalizaron. Se acercó rápido mi quedando a unos centímetros de distancia. Me observó con una mirada queriendo decir si podría abrazarme. La tomé de los brazos y la atraje hacía mi envolviendola con mis brazos. La separé lentamente para verla a los ojos.
-Mamá, te amo. Eres la mujer que más amo en éste mundo, quiero que lo sepas. Perdona por no haber sido el hijo perfecto que te merecias, perdona por...
-¡Shh! - me interrumpió poniendo un dedo en mis labios -. Lo que importa es que éstas aquí. Es lo que mas importa, hijo. Dime, ¿Que pasó? ¿Dónde estuviste?
-¿Te parece si entramos, preparas tus fabulosos hot cakes, y te cuento? - le sonreí. Lágrimas salieron de sus ojos y asintió. Me giré para ver a Patch de píe observando la escena con una sonrisa. Me asintió y comenzó a caminar hacia su auto.
Seguí a mi madre al interior de la casa, al interior de mi casa.

N/A: Disculpen por no subir seguido, ya lo tenía y se me borró todo:(

¿FINAL? (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora