La disciplina de Hyungwon [2WON] ✔✔

8. Hoseok

8. Hoseok

Bien

Hoseok miró el reloj de su escritorio y tamborileó con los dedos, impaciente. Hyungwon ya debería haber estado allí. Le había hecho saber a la oficina y a los maestros del niño que Hyungwon tenía detención a la hora del almuerzo hasta fin de año y que probablemente también perdería su período libre. A nadie parecía importarle tanto desde que la junta claramente había hecho saber sus sentimientos a todos los que estaban a su disposición. Kim incluso había parecido bastante sarcástica acerca de que Hoseok castigara al chico. Si supiera lo dulcemente que el chico lo había rogado.

Pero ahora, Hyungwon llegaba tarde. Muy tarde. Hoseok negó con la cabeza, se puso de pie y se puso la chaqueta del traje antes de salir al pasillo y dirigirse hacia el aula de Política Global de Hyungwon. ¿Quizás el Dr. Shin había retrasado al niño para que repasara los cursos? Dos estudiantes se demoraban junto a sus casilleros, pero ninguno de ellos era Hyungwon. Hoseok miró fijamente a los dos y luego a su reloj hasta que los dos se volvieron y se dirigieron a la cafetería. Mientras caminaba, su mirada recorrió los pasillos y las puertas con ventanas de las aulas por la remota posibilidad de que pudiera ver al niño, pero encontró que todas las aulas estaban desiertas.

El salón de clases del Dr. Shin también estaba vacío, aunque la puerta estaba abierta. Hoseok entró para echar un vistazo alrededor, sin saber dónde buscar al chico o si incluso había venido a la escuela. Estaba a punto de irse cuando vio la mochila de Hyungwon sentada junto a un escritorio en la parte de atrás, parcialmente abierta como si hubiera estado buscando algo cuando se fue de repente. Hoseok frunció el ceño. ¿Qué habría hecho que se fuera tan rápido que se arriesgaría a dejar su computadora portátil y otros dispositivos electrónicos en el aula? Recuperó el bolso del niño, garabateó una nota y la pegó en el escritorio.

Tu bolso está en mi oficina - H.

Hoseok regresó a su oficina en piloto automático, pensando en Hyungwon y su repentina desaparición. Dobló la esquina y se topó con un hombre mayor calvo con barba oscura. Llevaba un polo azul marino y pantalones caqui que lo identificaban como uno de los miembros del personal de mantenimiento. Vasily o Vladimir, algo ruso. Llevaba consigo un trapeador y un cubo, una botella de limpiacristales colgada del cinturón y un trapo sobre el hombro. —Señor, me llaman para limpiar el vómito en el baño del pasillo este, pero el chico todavía está allí. Está muy enfermo, señor. Realmente enfermo. Estuvo en enfermería a la hora del almuerzo. ¿Viene usted conmigo?

Hoseok asintió con la cabeza, con el estómago hundido mientras seguía al hombre. Cuando llegaron al baño, el hombre señaló la puerta, pero no quiso entrar. Hoseok frunció el ceño, abrió la puerta y se detuvo en seco, el acre hedor del vómito lo meció sobre los talones y lo empujó hacia los recuerdos de su infancia, de su padre inconsciente, latas de cerveza esparcidas por el piso de linóleo del remolque. Se obligó a alejar los pensamientos y pasó por encima de un charco de un alarmante tono verde brillante.

Golpeó con fuerza con los nudillos la puerta cerrada al final de la fila de puestos.

—Ocupado —respondió Hyungwon débilmente.

Una parte de Hoseok se sintió aliviado de haber encontrado al niño, pero el resto de él no pudo evitar preocuparse por una enfermedad tan abrupta. —Hyungwon, soy Hoseok. Déjame entrar.

Hoseok escuchó el sonido del movimiento y el crujir de la tela, pero luego Hyungwon estaba jadeando de nuevo, gimiendo mientras su cuerpo intentaba deshacerse de cualquier contenido que quedara dentro de su vientre. —Estoy bien. Tengo un virus estomacal. Solo necesito unos minutos más y estaré listo. No tienes que preocuparte.