Capítulo 5: Tierra trágame

300 44 10
                                    



Pasaron el resto de la tarde tumbados en sus hamacas, en silencio perdidos cada uno en sus pensamientos. A la hora de la merienda se presentó Georg, pero no venía solo.

—Tom, él es Gustav—presentó Bill sin levantarse.

Pero Tom si se levantó y estrechó la mano al chico rubio que estaba al lado del otro al que ya conocía.

— ¿Has pasado buena noche? —preguntó Georg sentándose a los pies de Bill.

Se le quedó mirando antes de contestar. Vio como le cogía los pies a Bill y se los ponía encima de su regazo mientras metía una de sus manos por el borde de los pantalones, acariciándole la pierna sin importarle que les estuvieran mirando.

Ocupó su asiento de nuevo, tratando de no pensar en que Georg le estaba metiendo mano a Bill en sus narices con todo descaro.

—Si, gracias—contestó Tom carraspeando.

—Seguro que la cama en la que dormías cuando estabas secuestrado no era ni la mitad de blanda—picó Bill con una sonrisa—Por no hablar de limpia.

—Es verdad, cuando me enteré de lo que te había pasado no me lo podía creer—intervino Gustav sentándose en la hamaca a su lado con toda naturalidad—Ha debido ser horrible, separado de tu propia madre nada más nacer y vivir encadenado....

¿Encadenado? ¿Qué demonios les había contado Bill? Estaban en el siglo XX, a la gente solo se la encadenaba a la pared para ciertas actividades.

—Mejor no hablemos del tema—se apresuró a decir Bill al ver su expresión—A mi hermano le trae dolorosos recuerdos.

—Claro, que torpe soy. Lo siento—se disculpó Gustav avergonzado.

—No pasa nada—murmuró Tom quitándole importancia.

Dejaron de hablar cuando apareció Edgar. En sus manos llevaba una bandeja con 4 refrescos y algo para picar que dejó en una de las mesas sin decir nada.

—Me muero de hambre—comentó Bill incorporándose.

Pero antes de que se levantase, ya lo había hecho Georg y le acercó un refresco y un plato con patatas fritas.

—Eres un cielo—dijo Bill sonriendo.

Georg le devolvió la sonrisa, y tras echar un vistazo a la casa sacó del bolsillo interior de su cazadora una petaca plateada de la que sirvió una generosa cantidad en su bebida.

—Y te vas superando—rio Bill llevándosela a los labios.

— ¿No has bebido demasiado? —no pudo evitar preguntar Tom al verlo.

Bill le ignoró y continúa bebiendo. Le acercó el vaso a Georg cuando se lo terminó y le miró con una pícara sonrisa mientras comenzaba a acariciarle el muslo con su pie, subiendo más sin poderse contener.

— ¿Aquí? —preguntó Georg devolviéndole la sonrisa.

—Si—respondió Bill sin dejar de reír.

—Pero...tenemos invitados—le recordó Georg señalando a su amigo y a Tom.

—Que hablen entre ellos y se conozcan—respondió Bill levantándose.

Cogió a Georg de la mano y pasó al lado de Tom sin mirarle.

Tom les vio pasar sin decir nada y como entraban en la caseta que había al lado de la piscina. Se quedó escuchando en silencio, hasta que le llegó un pequeño grito excitado.

— ¿No estarán.....?—preguntó mirando a Gustav.

—Bill es así. Cuando le surge, pues....—respondió Gustav carraspeando—Comamos, esto va para rato.

Tom le obedeció, cogió unas patatas fritas y se las comió mientras pensaba si su padre estaba al tanto de las diversiones de su hermano....



—Bill, esas uñas.....—protestó Georg al sentirlas en su cadera.

—Estoy muy excitado—respondió Bill riendo.

Terminó de desabrocharle los pantalones y cogiendo su miembro se lo acercó a los labios, echándole el aliento antes de comenzar a lamerlo.

—Joder....ya lo veo...—dijo Georg gimiendo.

Se recostó contra la pared, bajando las manos y tirándole con suavidad del pelo. Cerró los ojos y se dejó llevar, gritando cada vez más....

—Bueno, esto ya está—dijo Bill incorporándose.

Con la mano aún masajeando esa erección que tan poco trabajo le ha costado conseguir, se bajó con la otra los pantalones y los deja caer al suelo, sonriendo al ver la expresión que apareció en la cara de su novio.

—Me toca a mí—susurró Bill dándose la vuelta.

Apoyó las manos en la pared y se inclinó todo lo que pudo, esperando con paciencia a que le preparara y comenzara a embestirle.

Georg se separó con esfuerzo de la pared en la que tan cómodamente estaba recostado y se le acercó abrazándole por la espalda. Enterró la cara en su pelo, besándole a través de él el cuello mientras le separa las nalgas con una mano e introdujo dos dedos que previamente se había chupado.

—Cuidado—gimió Bill de dolor.

—Perdona—dijo Georg sacando un dedo—Iré con más cuidado.

Contuvo el aliento para no terminar antes de haber empezado. Le siguió preparando, animado por los jadeos entre cortados que le escuchaba emitir por lo bajo.

Cuando ya le sintió preparado, sacó del todo los dedos y le alzó las caderas, rozando la entrada con su erección.

—Vamos...—apremió Bill con los ojos cerrados.

Rio al escucharlo y comenzó a penetrarle con suavidad, parando cuando le sentía ponerse tenso y avanzando cuando le escuchaba suspirar.

Una vez dentro del todo, las embestidas no tardan en llegar. Entraba y salía de su cuerpo con un ritmo que cada vez iba más en aumento. Como sus gritos, que no pudieron reprimirlos y que eran escuchados desde el exterior.


—Se podían cortar un poco—murmuró Tom molesto.

Solo recibió una carcajada de Gustav. Para él sería algo normal y corriente, esperar a que sus amigos bajaran el calentón que les había dado. Pero para él...era su hermano....y le acababa de conocer, joder...


Sentía que estaba a punto de correrse. Bajó una mano de sus caderas y se apoderó de su miembro empezando a acariciarlo con rapidez al ritmo de sus embestidas. Bill alzó la cabeza cuando le sintió tenso, preparado para correrse. Se concentró en las caricias que estaba recibiendo en su miembro...

Abrió los ojos y los fijó en la ventana que tenía a su derecha. Desde ella podía ver a su hermano, que no quitaba los ojos de la caseta como si pudiera ver a través de las paredes.

Se quedó sin aliento cuando, al pensar en que su hermano le pudiera estar viendo, se corrió sin remedio entre los dedos de Georg. Separó los labios y logró emitir un gemido por lo bajo....

Pero no fue el único en terminar. Con un gran grito Georg se corrió en su interior tras una fuerte embestida.

—Bill......—gimió contra su hombro.

Pero Bill no le contestó. Se mordió los labios con fuerza, porque si en esos momentos los separaba, de ellos saldría una maldita palabra....

"¡TOM.....!"

Hermano hielo, hermano fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora