Capítulo 19: Todo lo bueno se termina pronto

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Los días pasaron y sus comportamientos no fueron extraños para Alice. Sabían que los vigilaba con ojo de halcón y Bill seguía mostrándose frío y distante con Tom en de su presencia, pero en cuanto les daba la espalda buscaban un rincón escondido en el que se besaban y amaban.

Sus amigos les iban a visitar todos los días que podían, tratando de levantarles el ánimo tras la pérdida de su padre. Y nunca iban solos. Andreas les acompañaba, invitado por Georg, que como ya le comentara Bill a Tom en una ocasión, si ellos no estuvieran delante esos dos se quitarían las ropas a jirones y lo harían sobre la misma alfombra.

Tom rio la broma de Bill, aunque sin mucha convicción. Él también se había fijado en la manera en que se miraban sus amigos, jurando que saltaban chispas de sus ojos.

En el fondo, le alegraría mucho que Andreas hubiera encontrado a alguien tan especial como él había hecho. Georg le cayó bien desde el primer día que se vieron....vale, desde el segundo, ya que el primero le besó nada más verlo y se le insinuó.



Esa tarde se encontraban en el jardín, sentados al lado de la piscina. Alice estaba en su despacho tratando temas que no eran se sus incumbencia, según sus palabras textuales, con Gordon. Últimamente estaba en la casa casi siempre, llegaba a la hora del desayuno y no se iba hasta que le servían la cena.

Los hermanos los miraban en silencio, atento a cada uno de sus movimientos. Sin su padre de por medio, ¿qué se traían Alice y Gordon entre manos?

—Estáis idos—comentó Georg chasqueando los dedos ante los hermanos.

—Perdona, pensábamos—dijo Tom carraspeando.

— ¿Va todo bien en casa? Gordon...—dejó Georg la frase sin terminar.

—Si, creemos...— contestó Tom frotándose la frente.

—Alice y él se pasan encerrados mucho tiempo—explicó Bill muy serio—Me dan miedo, sin papá para defendernos no sé que nos puede hacer Alice.

— ¿Qué quieres decir? —intervino esa vez Andreas.

—No sé, es una corazonada—murmuró Bill poniéndose rígido en el asiento—Es como si presintiera que nuestras vidas van a dar un cambio radical, y eso va a traer muchas consecuencias.

Sin pensárselo dos veces, Tom le cogió la mano y se la apretó con firmeza. Sus vidas ya habían experimentado un gran cambio, y las consecuencias eran estupendas....pero sabía a lo que se refería Bill, y si él tenía miedo, él estaba muy asustado.

No eran los verdaderos hijos de Alice, y podía hacer con ellos lo que quisiera, como echarlos de casa y dejarlos sin nada....aunque se tendrían el uno al otro y con eso bastaba.



Sus amigos se marcharon y entraron en la casa. Era la hora de cenar y una noche más Gordon los acompañaba. Lo hicieron en silencio, no pudiendo evitar notar que Alice estaba....pletórica, por así decirlo.

—Mañana regresáis a las clases—les informó sin mirarlos.

Había pasado casi una semana desde la muerte de su padre, y Alice había sido muy condescendiente en permitir que tuvieran su tiempo para asumirlo y aceptarlo.

Los hermanos asintieron en silencio sin levantar la mirada del plato. Gordon, sentado a la derecha de Alice les observaba con la frente arrugada. Si ellos supieran lo que les tenía preparado su madrastra...

Hermano hielo, hermano fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora