Capítulo 17: Nunca es tarde

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Llegó la noche y con ella las primeras visitas. Alice las atendía a todas a pesar del dolor sentía. Eran todas viejas amistades de ella y su marido, y nadie se podía aún creer que Jörg no fuera a volver.

Pero ella no fue la única en tener visitas. A la hora de cenar se presentaron Georg y Gustav, que se apresuraron a darles su más sentido pésame. Se encontraban sentados en las tumbonas de la piscina, donde Bill había salido a tratar de despejarse un poco. La cabeza le dolía y tenía los ojos hinchados por haberse pasado toda la tarde llorando.

—No sé qué decir—dijo Georg sentado al lado de Bill.

Bill le miró por unos segundos, poniéndose tenso cuando le cogió una mano y se la llevó a los labios. La besó y se la puso en el regazo, entrelazando los dedos como si así le consolara.

—Ha sido todo tan repentino—apuntó Gustav.

—Si—logró susurrar Tom.

No podía apartar la mirada de esas dos manos entrelazadas, llegando a sentir incluso algo parecido a celos. Estaban tocando algo que él quería con toda su alma, que le pertenecía por derecho propio.

Sus amigos se quedaron solo media hora, prometiendo volver al día siguiente cuando ya se supiera cómo iba a ser el funeral. La casa también se vació de visitas y Alice les llamó a los dos.

Entraron en el salón donde había recibido a sus amistades y se sentaron en un sofá a esperar sus noticias. En una mesita cercana a Alice, había una taza de té que se tomaba con lentitud mientras les miraba fijamente con una rara expresión en la cara, lo que les hizo encogerse lo más que podían en el sofá.

A su derecha estaba sentado Gordon, quien también les miraba con expresión seria.

—No hace falta que os diga que las cosas van a cambiar a partir de ahora—empezó a decir Alice—Ahora que vuestro padre no está con nosotros todo va ser muy diferente.

— ¿A qué te refieres? —preguntó Tom por los dos.

Alice le fulminó con la mirada. De buena gana contaba la verdad en esos mismos momentos y les echaba a los dos de la casa que le pertenecía a ella sola por derecho. Pero si lo hacía, todas sus amistades descubrirían que su marido le había sido infiel con una cualquiera que conoció una noche tras una borrachera.

Y luego estaba todo lo relacionado con su embarazo falso, para poder pasar a Bill como su legítimo hijo. No pensaba pasar por esa vergüenza....

—Para empezar, ser acabaron los juegos—dijo Alice mirando con frialdad a Bill—Ahora que tu padre no está para hacer la vista gorda, no quiero volver a verte tontear con nadie, ni que te traigas a casa a ninguno de tus amantes.

Tom miró a Bill. Tenía la mirada perdida, como si en esos momentos le dieran igual las palabras de Alice, y era verdad. Había cosas más importantes en las que pensar en esos momentos que en amar....

Escucharon sin decir nada las nuevas reglas de la casa. Alice esperaba que no se descuidaran en sus estudios, que retomarían tras el entierro, pero Gordon intervino y Alice cedió dejándoles dos días más para asumir la muerte de su padre antes de volver a sus obligaciones.

Viendo lo tarde que era ya, les despidió y les mandó a acostar.

—Queda lo del funeral—le recordó Gordon en un susurro.

—Mi cabeza....que haría sin ti—dijo Alice frotándose la frente—El entierro será mañana a las 11, después habrá una pequeña recepción aquí en casa. Comportaos como es debido, aceptad las condolencias y no habléis más de lo necesario. Y vestiros de manera adecuada, nada de ropas extravagantes ni maquillaje.

Hermano hielo, hermano fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora