6| Anciano Con Pésimo Caracter

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—Quizá la señorita Dyncer quiera acompañarnos. Las galletas están deliciosas.

— Está bien, –sonríe y se sienta en la pequeña mesa – pero solo unos minutos, no queremos que el doctor enojón nos regañe –le guiña un ojo a la pequeña junto a ella provocando que ría.

Tal como lo prometió, días después de la operación del señor Mete, Nazneen programó una reunión de té en la habitación del paciente. La pequeña Oyku se había topado con Ferman al llegar al área donde se encontraba su querido abuelo, sin embargo la imagen que le dio el ojiazul no fue lo que se dice agradable; justo se encontraba llamándole la atención a Alí como era su costumbre y de inmediato la pequeña sintió tanto temor hacia él que cuando minutos después fue a revisar a su abuelo, se escondió detrás de la castaña.

— Ese joven necesita encontrar a alguien que lo comprenda y lo mime –habla el señor –estoy seguro que en el interior tiene mucho cariño para dar.

— Opino lo mismo, pero no podemos negar que parece un anciano con pésimo carácter.

— Señorita Dyncer, –la gruesa voz del protagonista de la plática suena desde el pasillo y los asistentes a la reunión de té palidecen ante tal sonido – ¿puede venir un minuto, por favor?

Sin chistar y con el corazón latiéndole a mil obedece la orden, no sin antes recibir un sonrisa de apoyo del anciano y su pequeña nieta. Ferman –tan formal como siempre –decide encararla lejos de su paciente, sin embargo ella no lo sigue y se detiene al final del pasillo provocando que al ojiazul no le quede más remedio que regresar desde la puerta del elevador.

— ¿A qué está jugando? –suelta al llegar.

— ¿A dónde me quería llevar? –la pregunta deja desorientado un segundo al doctor – si me mata al menos que haya testigos.

— ¿De qué diablos habla? Es aún más inmadura de lo que pensé.

— Por supuesto que lo soy, Dr. Ferman, a diferencia de otros, soy muy joven.

— ¿Ah, sí? –asiente segura. –Para que lo sepa, solo tengo 31.

— Sí, pero tiene el carácter de alguien de 70 u 80. Aunque, pensándolo bien, el señor Mete tiene muy buen carácter, tal vez no sea cosa de la edad sino...

— Yo puedo ser alguien bastante agradable y sociable.

— ¿Seguro? –el ojiazul asiente – ¿por su garrita? –a punto de extender su meñique cuando es interrumpida.

— ¿De qué diablos habla ahora? –la castaña rueda los ojos ante el ignorancia del hombre.

— Olvídelo, lo iba a invitar a tomar el té con nosotros, pero ni siquiera comprende la importancia de la garrita. En fin, siga con su asuntos cuadrados y aburridos de doctor –emprende su camino de regreso a la habitación donde se celebra un reunión de té.

— Acepto, –se detiene abruptamente y se gira con el ceño contraído en confusión –iré a tomar el té con ustedes –alegó Ferman logrando que Nazneen abriera mucho sus ojos ante la sorpresa, el ojiazul comenzó a caminar hacia donde se dirigía anteriormente la chica, pero al no ver reacción en ella se detuvo – ¿No viene, señorita Dyncer?

Con una mueca de diversión camina junto a él y después de convencer a la pequeña Oyku que el Dr. Ferman no era tan malo, pasan una reunión de té bastante entretenida, al grado de que la pequeña de 5 años ahora no se quiere separar del ojiazul. Gracias a esto Nazneen ha descubierto otra faceta del doctor que le roba el sueño, si bien Ferman siempre se ha comportado bastante agradable con los niños, jamás imagino verlo hacerse el tonto con tal de agradar a esa pequeña de ojos color esmeralda.

Dr. FermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora