40| Habitación 532.

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El fin de semana había pasado como un parpadear antes las diversas actividades que Nazneen tuvo que llevar a cabo. Primero, tuvo que readaptarse por tercera vez a sus actividades en el hospital. Gracias a la intervención de Tanju y el doctor Adil, consiguieron que sus practicas fuesen liberadas para evitar un atraso en su proceso de graduación; sin embargo, queda comprometida a seguir laborando en el Berhayat las dos semanas que le restaban. Su ausencia estaba muy bien justificada. Además, con ayuda de Kiviljim, quien debido a la crisis que sufría Tanju durante el secuestro, tuvo conocimiento de la verdadera razón del interés de su amigo en la castaña intercedió con Beliz para retenerla ahí el mayor tiempo posible.

El jefe de cirugía la miraba de lejos siempre sonriendo, y en muchas otras ocasiones se acercaba a conversas con ella. Naturalmente le interesaba conocerla y, muchas veces, se sorprendía de las similitudes que compartía con él a pesar de nunca haber estado presente en su vida.

Nazneen, por otro lado, había lidiado con sus padres durante todo el fin de semana. Su madre no la dejaba ni a sol ni sombra y, aunque ella también se sentía temerosa y le agradecía el gesto, sentía que de algún modo esto les había dado luz verde para controlar su vida. Sin embargo, su padre, Burak, había ido muy lejos al invitar a Cemil a su ceremonia de graduación sabiendo que Ferman también estaría presente. Parecía que, después del incidente, en lugar de tener más a su hija, quisieran entregarla en bandeja de plata al hijo de los Tekin.

Por supuesto a Ferman no el agradó la idea de lidiar con la presencia de Cemil, y este otro tampoco estaba muy contento de ver a Nazneen con su novio, muy sonriente y enamorada. Él había crecido con la idea de que algún día se casaría con la castaña que se había mudado a Estambul, sus padres tenían negocios en común y siempre había gustado de ella. Incluso cuando eran pequeños él le dijo que ella sería su novia y, posteriormente su esposa, que él era el hombre perfecto y ella sería la afortunada en ser su esposa; no tenían ni diez años, pero Nazneen detestó ese comentario. En primer lugar, era una niña, no entendía esas cosas e incluso le asustaban. Y en segundo lugar, la actitud de aquel niño le generó rechazo inmediato.

Afortunadamente, Ferman y ella sobrevivieron al sábado de esa ajetreada semana y ahora se encontraban a punto de subir en una tirolesa, aun en contra de la voluntad del cirujano. El ojiazul condujo hasta el bosque Belgrade ahora libre de alcohol en sus venas y con una pulga que sí le hablaba. Había planeado esta excursión desde el cumpleaños de Nazneen, sabiendo que ella amaba los lugares abiertos y llenos de naturaleza, pero no contaba con que la condenada Pulga lo obligaría a subirse a esa cosa mortal.

— ¿Tiene miedo, doctor? -su novio tiene rato mirando al frente, atento a lo que hacen otros excursionistas.

— Yo nunca tengo miedo -miente, tan solo unos días atrás moría de miedo al pensar en no verla nunca más.

— ¿Entonces también podemos subir a esas bicis? -señala la otra tirolesa adaptada para pedalear en las alturas. Ferman se vuelve hacia ella asesinándola con la mirada. Desde que llegaron han estado debatiendo el subir o no y ahora la loca a su lado espera que pasen por esto dos veces y de diferente forma.

Nazneen se limita a reír, pero él no cambia su gesto.

— Ven aquí -acaricia su mejilla y automáticamente relaja sus facciones entregándose a la caricia de su pulga. Nazneen ama acariciarlo de esa forma. Sin más lo jala para besarlo y él no pone resistencia -nada va a pasar y en caso de morir, moriremos juntos -él vuelve a su gesto de enfado y ella vuelve a reír.

De un momento a otro, Nazneen se avienta y al ojiazul no le queda más que seguir sus pasos, aferrado al arnés que lo mantiene sujeto y seguro en las alturas. La pulga parece disfrutarlo y él solo puede pensar en cómo le puede afectar en su salud; sin embargo, se había quedado sin argumentos después de que ella llamara a Adil para preguntarle si podía realizar dicha actividad y el insolente doctor se atrevió a decirle que incluso era bueno tener ese tipo de emociones para controlar los desmayos que le dan cuando atraviesa grandes sustos.

Dr. FermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora