9| El Idiota.

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El recuerdo de cada pequeña parte del rostro del doctor Ferman inundaban la mente de esa joven practicante; su corazón no dejaba de latir aceleradamente, especialmente al sentir la respiración del ojiazul cerca de la piel de su rostro y manos. Pudo observar que el color de sus ojos cambia de tono dependiendo la luz, pero de cerca se puede ver el turquesa de su iris y esos labios carnosos que la tentaban, pero que si cedía la llevarían a su juicio final...

— Nazneen, ¿sigues ahí? – la voz de su madre la saca de su ensoñación.

— Sí.

— ¿Entonces irás?

— ¿A dónde?

— ¡Por Alá, niña! Ya hasta la comida se te enfrió –le reclama la mayor de los Dyncer –te decía que mañana iremos a comer con los Tekin.

— Pero mañana...

— No, no irás a trabajar, es fin de semana.

— Mamá, le prometí a Ismail que lo visitaría.

— Oh, vamos, Nazneen ¿justo debías escoger mañana para verlo?

— Madre, se lo prometí desde dos semanas, tú me estas avisando un día antes.

— Está bien, pero al menos preséntate un rato en la casa de los Tekin, por favor, Eima hace años que no te ve y Cemil tampoco.

— Madre no empieces de casamentera, Cemil no me interesa.

— Niña, a este paso me harás abuela cuando esté en mi lecho de muerte –la joven se ríe ante la ocurrencia de su madre – no es gracioso, Nazneen, quiero nietos.

— Ya tienes y son dos –le recuerda.

— Sí, pero viven en Rumania, tu hermana justo tenía que casarse con un extranjero.

— Andrei es muy agradable –se encoge de hombros, y era verdad su cuñado era una persona bastante platicador y divertido, un buen complemento para su hermana Adalet que era más tranquila.

— Lo es, pero quiero que te enamores, mi niña y que cuando él venga a buscarte tu papá lo mire de mala manera para que lo asuste un poco –ambas ríen y el pensamiento de Ferman asustado parece irreal en la mente de la castaña.

— Aún soy joven, mamá, por lo pronto iré a trabajar –deposita un beso en la mejilla de la mujer y sale apresurada para tomar el transporte.

Mientras tanto, en una de las oficinas del Hospital Berhayat se lleva a cabo una incómoda charla entre Ferman y Beliz, aunque hace varias semanas él desalojó el departamento que compartía con ella, el trabajar juntos profesionalmente era algo a lo que debían acostumbrarse, pero al parecer ella seguía con un sentimiento de culpa a causa de sus palabras al ojiazul y esta era una buena oportunidad para aclarar todo.

— Ferman, sabes que no quise decir eso.

— Pero lo dijiste, aunque ya no importa.

— Claro que importa, tenías acorralado a Alí y montando todo un espectáculo en el pasillo, no había otra forma de que te calmaras.

— Y ofendiéndome sí lo hizo –dice con desdén.

— Ferman, –se acerca a él y lo toma por los brazos –sabes que siempre te he admirado y apoyado, no puedo creer que por una simple discusión hayamos dejado de lado todo lo que hemos formado juntos. Discúlpame, por favor, regresa a casa.

— Está bien, –ella sonríe y se acerca aún más –dejaremos todo esto en el pasado, pero no puedo volver –ella se detiene abruptamente.

— ¿Por qué?

Dr. FermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora