31| Orgullo Y Vulnerabilidad.

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El atardecer acompaña a la pulga que lo observa desde el techo de aquel enorme hospital, desde arriba todo se veía tan pequeño y a esta hora pareciera como si el tiempo transcurriera más lento; el tráfico había disminuido y las personas caminaban sin prisa. Desde que salió de aquella habitación se había refugiado en el techo de aquel enorme hospital, tenía una revoltura de sentimientos y sensaciones, el temor mezclado con indignación y enojo hacían que Nazneen se sintiera ahogada y solo el cielo lleno de colores hermosos había logrado relajarla. Pensaba en todo y en nada. Por un momento venía a su mente la imagen del ojiazul suplicando hablar con ella y en el siguiente se dedicaba simplemente a admirar el paisaje. No tenía noción del tiempo, después de todo, estando en cuarentena no tenía muchas actividades por realizar.

- Parece que has causado revuelos allá abajo, pequeña traviesa.

- Ni me digas, quizá sea la última vez que me veas en este hospital -una sonora carcajada se escucha y el ojinegro la observa divertido.

- Lo dudo mucho, el doctor Ferman ha amenazado con dejar el hospital si te despiden. No cabe duda que está loco por ti.

- Ahora resulta que sí le importo después de tantos días tratándome horrible. Está bien tonto si cree que voy a olvidar todo así porque sí -el ojinegro suelta una leve risa. Aquella joven era terca y orgullosa, pero el doctor que esperaba ansioso en su habitación también lo era.

- No imagino cómo serán sus pobres hijos, teniendo a un padre y una madre con el orgullo del tamaño del universo.

La mención de los hijos causo una extraña sensación en Nazneen e inmediatamente su mente se inundó con posibles escenarios en los que aparecían ella, el ojiazul y los pequeños Fermancitos o Nazneencitas.

- ¿Quién dice que quiero tener hijos con ese ogro? -se defiende dejando de lado aquellos traicioneros pensamientos.

- Finge todo lo que quieras -se acerca aún más a la pequeña figura, tratando de dejar de lado el sabor amargo que dejan sus palabras -pero tú quieres una vida, o más, con ese ogro -se aleja rápidamente causando una sensación de frialdad en la castaña que no tarda mucho en seguirlo.

Por supuesto Nazneen solo había visto el lado divertido de aquel doctor, parecía tener una broma para todo y habían logrado adaptarse a la perfección; después de todo solo habían dos años de diferencia, menos de la mitad de los que la diferenciaban con Ferman. Una vez que llegó a su lado, Zalian la abraza con cariño, un cariño que ha ido en ascenso desde aquel choque. Y cómo no, además de hermosa, su forma de ser y pensar le atraían demasiado; y ni hablar de su sonrisa, bastaba con que llegara mostrándola para conseguir lo que quisiera. Los niños la querían mucho y ella demostraba tener mucha paciencia para con ellos, así como sufría en silencio cuando los veía tan vulnerables.

- ¡Aléjate, me vas a contagiar! -le dio un leve empujón entre risas, pero él la apretó más.

- Ni que fuera tu querido Ferman - le muestra la lengua.

...

La castaña entra sigilosamente - o eso intenta - a la habitación en la que se está quedando el doctor Ferman; Zalián la observa divertido, pero una carcajada escapa de su garganta cuando Nazneen choca contra la mesita auxiliar. La joven iba demasiado concentrada en no hacer ruido con sus pasos y tratando de ver en la oscuridad, pero no contaba con que el doctor o enfermera que revisó a Ferman hubiese dejado esa cosa en medio de su camino al sillón.

- Creí que eras una ninja -se burla el ojinegro.

- ¡Shh! -le lanza una miraba furiosa, si el golpe no despertó al cirujano, seguro el nuevo residente sí.

Dr. FermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora