34| Solo Tú.

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Tres días habían pasado, días tan similares y llenos de monotonía que parecían una eternidad y que desquiciarían a cualquiera cuya personalidad fuese tan inquieta. El sueño en pleno día y las pocas ganas de hacer actividades inundaban el sistema de Nazneen, ni siquiera los dulces activaban su energía. Toda su rutina se basa en llegar antes de las 8:00 am, checar entrada, prender la computadora y comenzar a hacer reportes hasta la hora del almuerzo; después pasar el resto de la tarde tratando de distraerse con su teléfono y buscando algo más para vaciar datos en la computadora. Los primeros dos días pudo ocupar sus tardes ayudando a Zalián con la traviesa Betüş, pero ahora que se había ido solo le quedaba dar paseos interminables por toda el área administrativa.

— Por favor, Nazli, necesitan hacer nuevos estudios, si me dejan yo voy y se lo explico al doctor Ferman, pero no pueden dejar...

Aquellas dos personas conocidas captan la atención de la castaña alejando por completo el estado de somnolencia que se ha vuelto su acompañante. El semblante de Alí era desesperado y la doctora parecía algo preocupada, ¿ahora qué había pasado? ¿Y por qué estaban ellos dos acá?

Justo cuando se encontraba a escasos 5 metros, la imponente figura del jefe de residentes irrumpió en el pasillo y con el semblante completamente serio habló...

— ¿Qué demonios haces acá, Nazli? Tu lugar es en el área de cirugía así que haz el favor de ir a donde te corresponde.

— Pero, doctor...

— No pienso repetir mi orden –la voz gélida y grave del ojiazul no dio pie a replica, y sin más que hacer, la pelinegra se retiró.

Alí movía sus manos ansiosamente ante la fuerte mirada de Ferman, parecía que el ojiazul buscaba –a toda costa –doblegarlo y nuevamente aquel enojo que invadió a Nazneen el primer día que comenzó a trabajar acá se apoderó de sus sistema y acortando velozmente los metros que les separaban. Se plantó frente al ojiazul cubriendo un poco la figura de su amigo. Ferman, por supuesto, se sorprendió ante la presencia de la joven, pero no iba dejar que se interpusiera entre la orden ya dada y la situación para con el joven residente.

Las miradas de alargaron unos segundos hasta que Ferman le pidió que se retirase y se mantuviera alejada de la situación, bastante complicada era la suya propia como para meterse en problemas ajenos; pero ella no se movió ni un milímetro.

— Sabe de sobra que no pienso dejar que abuse de su autoridad y menos con mi amigo.

— Usted no tiene ni idea de lo que ha pasado para que Alí haya sido reasignado a esta área, señorita Dyncer.

— Pero me imagino que usted tuvo que ver. Parece ser que en este hospital los de mayor rango pueden mandar a los subordinados que les causan molestia, a otras áreas en las que, saben bien, no son ni de su agrado, ni de su especialidad.

Los ojos del cirujano se abren aún más, sabía de sobra a lo que se refería Nazneen, y, en cierto modo, le lastimaba el que ella le comparara con la actitud infantil de Beliz. Pero por otro lado comprendía la frustración que, hasta ahora, sacaba a relucir. Sin quererlo Nazneen había dejado en evidencia esa desesperación que venía cargando desde días atrás y que se había empeñado en maquillar con un "todo está bien" frente al ojiazul.

Los segundos siguen pasando, así como el enojo mientras ellos siguen intercambiando miradas; Ferman había tenido participación en sancionar a Alí, pero él no tomó la decisión de cambiarlo de área y tampoco estaba del todo a gusto viéndolo ahí.

— Solo diré tres cosas: yo no mandé a Alí a esta área, –comienza a señalar con los dedos como ella suele hacer –yo no soy tan infantil como Beliz, y por último, sepa que su caso, señorita, se está resolviendo.

Dr. FermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora