37| El Papá De Nazneen & Azra.

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Una semana había pasado desde que aquel virus había arribado al hospital, había poco personal y el trabajo había aumentado por tener que apoyar con las personas que habían quedado aisladas. La sala estaba repleta de familiares queriendo entrar al área de cirugía, pero por medidas sanitarias eso era imposible. El estrés estaba al máximo y Tanju -aunque acostumbrado -no veía la hora de irse a casa y olvidarse por unas horas de todo este caos.

- Para Nazneen Dyncer -aquella voz femenina que le parecía particularmente familiar le hizo girar para observar a su dueña.

Aunque en su rostro ya empezaban a parecer arrugas, parecía como si el tiempo no hubiese pasado por ella, su mirada era la misma y seguía llevando su largo cabello ondulado en una media chonga agarrada con una pinza. Azra, cómo olvidarla, a pesar de que su romance fue demasiado fugaz y secreto jamás podría olvidar aquellos hermosos ojos verdes y su melodiosa voz.

- Sí, soy su madre, por favor entréguele esto también -estira su mano derecha entregándole a la mujer encargada una bolsa con comida que ella misma había preparado.

Una vez logrado su cometido la mujer se encaminó por el pasillo sin tomar en cuenta la presencia de Tanju hasta que casi choca con él. Azra abrió los ojos con demasía, por supuesto que lo había reconocido; ahora llevaba canas, pero su rostro e incluso su ceño fruncido era el mismo. Internamente sonrió al recordar aquel primer encuentro en su ciudad natal; siempre fue demasiado serio, pero en el interior era un amante de la aventura, le encantaba reír e incluso una vez la retó a aventarse de un paracaídas. Tanju parecía demasiado cuadrado en el exterior, pero ella descubrió en él un inquieto adolescente ansioso por comerse el mundo.

- Azra -la voz del doctor la saca de la ensoñación.

Rápidamente comenzó a respirar con dificultad, hacía más de dos décadas que no lo veía, ni siquiera en este hospital al que venía con frecuencia. En su ilusión y por el bien de su matrimonio había dado por hecho que jamás lo volvería a ver, que todo quedaría como un bonito recuerdo; después de todo ella vivía lejos de aquí y él había terminado sus prácticas profesionales para regresar a su lugar de origen.

Pero el destino era caprichoso y ahora los ponía frente a frente en un encuentro demasiado tenso, y no precisamente de la tensión que se siente a ver a un ex novio, no, Azra estaba tensa de estrés. Ahora su hija trabajaba con él, es decir, Tanju y Nazneen convivían demasiado, y sumando el secreto que había guardado por tantos años provocaban en esa pobre mujer un miedo inexplicable; después de todo, si la verdad salía a la luz tendría que dar explicaciones a tres personas y una de ellas no era lo que se diga "muy comprensivo".

- ¿Te encuentras bien? -intenta tomarla del brazo, pero ella se aparta. Quería decirle muchas cosas, cosas que se guardó desde hace más de veinte años cuando no volvió saber más de ella; sin embargo, el verla así solo logró que él formulara esa pregunta.

- Todo bien, doctor, gracias -se aleja.

- ¡Azra! -pero ella no se detiene y apresura el paso.




25 años atrás...

Como acostumbraba en sus tiempos libres, Tanju estaba sentado frente al canal de la hermosa ciudad de Avanos en Nevsehir en la que llevaba viviendo cuatro meses y aún se quedaría otros ocho como parte de su formación de médico. Le gustaba sentir la brisa del atardecer y leer un buen libro de misterio histórico, todo estrés desaparecía cuando lograba llegar a ese lugar y sentarse en una banca para sumergirse en otro tiempo. Aquí no tenía amigos y tampoco le interesaba hacerlos, pero pronto sus ratos libres cambiarían obligándolo a experimentar cosas nuevas.

Llevaba más de diez minutos tratando de concentrarse en su lectura, pero la persona que se había instalado a su lado no dejaba de hacer ruidos molestos y removerse en su asiento. Cada vez el enojo iba en aumento, el ruido podía pasarlo -relativamente -por alto, pero cada vez que esa insufrible persona se movía lo desconcentraba y tenía que releer la línea. Harto de la situación, por fin se dignó a ver a esa persona, pero se topó con unos hermosos ojos color esmeralda que lo dejaron sin habla. Aquella mujer de cabello largo y un tanto despeinado lo miraba como esperando el reclamo que estaba dispuesto a hacer.

Dr. FermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora