-¿Elizabeth? – La voz preocupada de Justin suena a lo lejos.
Parpadeo rápidamente, dándome cuenta de que solo fue uno de los malditos recuerdos, mi corazón late tan fuerte contra mi caja torácica que casi espero que se rompa y mi respiración es tan acelerada como si acabara de correr kilómetros.
-Oye, ¿Qué pasa? – Salto lejos de el en el momento en que su mano toca mi brazo, no sé cómo estoy de pie, pero lo estoy.
No siento el agudo dolor de mis costillas rotas, porque todo lo que puedo sentir es miedo.
Tanto miedo.
Pánico.
Mierda.
Estoy teniendo un ataque de pánico.
Respiro aceleradamente mirando con horror a Justin mientras se acerca a mi cautelosamente, puedo ver en su expresión lo sorprendido y confundido que esta, sin embargo, sigue acercándose a mí.
-Elizabeth, tranquila, no pasa nada, tienes que calmarte – Trata de tocarme de nuevo, pero me alejo, chocando con un sillón detrás de mí, todo lo que pienso es en él, todo lo que siento es su respiración acelerada mientras acaba conmigo, todo lo que veo es su cuerpo sobre mí, aplastándome, asfixiándome, matándome…
Sus ojos fríos, salvajes y horribles.
Todo lo que siento es muerte.
Muerte.
Repulsión.
Miedo.
Horror.
Ahora estoy respirando en fuertes jadeos y hay una opresión en mi pecho que está causando que mi mente de vueltas y vueltas, trato de calmarlo, trato de alejar los recuerdos, pero es como si estuvieran impregnados en mi memoria, y por más que trate de sacarlos de mí se aferran para seguir destruyéndome.
Es como una película de terror proyectándose frente a mis ojos, mi pecho arde, mi respiración es cada vez más acelerada, el pánico me consume, el pánico se está llevando mi parte racional, dejando atrás el miedo y el terror para que dominen mi cuerpo, trato de apartarlo pero no puedo, no puedo y siento que me voy a ir.
-¡Basta! – Su fuerte grito me devuelve a la realidad, sus amplios ojos mieles mirándome con algo indescriptible en su mirada - ¡Basta, Elizabeth! – Entonces sus grandes y fuertes brazos tatuados están rodeándome, empujando mi rostro contra su pecho, su mano apretando mi cabeza contra él, su agarre sobre mi increíblemente suave, y de repente el olor a hombre y a cuero llena mi cabeza, me resisto, aun una parte del recuerdo dentro de mí, trato de empujarlo o golpearlo lejos de mí, embistiendo furiosamente para tratar de escapar, pero sus brazos rodean los míos dejándome completamente indefensa - ¡Sal de allí ahora, joder, sal de allí!
Está sosteniéndome contra él, abrazando mi miedo, mi pánico, mi horror, y me calmo.
Antes, todo lo que podía conseguir calmarme era mi hojilla, el dolor de las cortadas me distraía lo suficiente para dejar ir los recuerdos, el ardor, el dolor, todo eso apartaba mi infierno interior, y ahora, este chico, este extraño chico que no conozco en absoluto y que la mitad del tiempo me pone nerviosa, me ha calmado.
Solo sosteniéndome contra él.
-No vuelvas allí – Susurra, meciéndome lentamente mientras controlo nuevamente mis respiraciones – Esta bien, todo está bien – Su barbilla sobre mi cabeza.
Un fuerte sollozo desgarra contra mí.
Quiero reprimirlo, Dios sabe cuánto quiero reprimirlo, cuanto quiero esconderlo de él.
Nunca debe verme llorar.
Pero lo dejo.
Me aferro fuertemente a su cintura, mis manos aprietan la parte trasera de su camiseta y mi cara está apoyada en su pecho, empapándolo por completo de mis gruesas y abundantes lágrimas. No puedo evitar los sonidos estrangulados que salen de mí, no puedo evitar que mi cuerpo se sacuda tan violentamente que estoy segura de que si me soltara acabaría en el piso
Su presencia me calma y me aterra, y no puedo evitar sentirme tan confundida sobre eso.
Fuertes sollozos se desprenden de mi garganta, crudos recuerdos siguen dejando manchas en mi memoria, recuerdos dolorosos, horripilantes y aterradores que nadie debería tener. Que no debería tener. Y él me sostiene, aferrándose contra mí, permitiendo abrazar el desastre que soy, la cosa horrible en la que me he convertido.
Soy como una bomba de tiempo.
Y en cualquier momento voy a explotar.
-Déjame ayudarte – Susurra luego de que mis lágrimas han cesado y mi respiración casi vuelve a la calma – Déjame sacarte de allí, Elizabeth – Sus brazos se aprietan a mi alrededor – Déjame sacarte de la obscuridad.
Pero la obscuridad era parte de mí.
O yo era parte de ella.
Sin ella, yo no existía.
Y sin mí, ella tampoco lo haría.
-No – Susurro, sus brazos se tensan a mi alrededor.
-Elizabeth…
No puede acercarse a mí.
No puedo condenarlo a él también.
-No quiero que te acerques más – Susurro contra su pecho, no soy capaz de mirarlo a los ojos, pero sé que mira fijamente los míos.
-No me importa – Su tono es dominante y de alguna manera a la vez es suave, y me deja completamente desconcertante – Te voy a ayudar aunque no quieras.
-No, Justin…
Antes de que pueda alejarme, el me sujeta por los hombros, levanta mi rostro hacia el suyo y fija sus ojos en los míos.
-Voy a ayudarte, Elizabeth – Sus manos ahora sostienen mi rostro, callosas y manos ásperas de hombre me toman – Y cada vez que te lastimes, me lo hare a mí mismo diez veces peor – No puedo más que mirarlo a los ojos, sus intensos ojos color miel brillan con algo indescriptible en ellos – No vas a alejarte de mí, más nunca, ¿Estamos?
Y cuando estoy a punto de replicar sobre eso, el timbre suena.
Me sostiene junto a él, ignorando el hecho de que el timbre acaba de sonar, y sus ojos buscan en los míos alguna cosa, no tengo idea de que, y entonces cuando suena por segunda vez, me suelta, dirigiéndose a la puerta.
Suspiro de alivio.
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-Disaster- (Justin Bieber)
Teen FictionElizabeth Brown tenía un pasado oscuro que nadie conocía, era la chica más callada de la clase, probablemente de todo el Instituto, nunca había conocido lo que era tener un amigo, o simplemente un poco de cariño que no hubiera llegado de su madre, t...