Estoy en completo shock.
Justin está sentado junto a su hermanita en la gran mesa de caoba del gran y malditamente gigante comedor mientras yo estoy en un cómodo mueble con tapicería preciosa junto a ellos y él le está ayudando a hacer la tarea.
Lo juro.
Le está ayudando enserio.
Ver a Justin en esta extraña faceta de padre es tan impresionante que no puedo hacer nada más que mirarlo con la boca abierta casi por cinco minutos completos, luego de eso, menciono algo de estar haciéndole un hueco en la cabeza con mi acosadora mirada y mire hacia todos los lados posibles.
-¿Tres por cinco? – Le pregunto el a su hermanita.
Ella lo miro dudosa un segundo.
-Quince – Dijo, luciendo en lo absoluto segura.
-Muy bien – Él le sonrió - ¿Cuatro por tres?
-Uh, ¿Diez? – Respondió casi como una pregunta, Justin negó con su cabeza.
-Intenta de nuevo – Asintió dándole ánimos.
La pequeña niña mordió sus cortas uñas con su lindo rostro pensativo hasta que su rostro se ilumino.
-¡Doce! – Exclamo.
Justin le sonrió completamente.
Oh, señor.
-Bien, princesa – Él puso su gigante mano en el aire y luego ella la choco con la de él, en forma de cinco mientras reían y se miraban con cariño.
Mis ojos empezaron a verse borrosos por las lágrimas.
No llores, no llores, joder.
-¿Puedo ir a jugar a la casa de mi amiga Sarah, hermanito? – Le dijo Jazzy con una sonrisita en su rostro y sus ojos de cachorrito.
Vi como la duda invadía a Justin, y luego de un momento se dio por vencido.
-Claro, cariño, regresa a las seis – Suspiro.
Oh, las mujeres sabíamos controlar tan bien a los hombres.
-¡Gracias, hermanito! – La pequeña niña salió pitando de la silla no sin antes estamparle un beso sonoro a su hermano en la mejilla - ¡Adiós Beth!
Justin negó con su cabeza sonriendo mientras recogía los cuadernos que su pequeña hermanita había dejado en la mesa.
-Eres un gran hermano – Murmuro, sin poder evitarlo porque parece como que de verdad necesita a alguien que se lo diga, él se queda estático con las manos en el aire, y luego de un momento se relaja, llevando los cuadernos hacia la pequeña estantería de adorno junto a la mesa.
-Trato de serlo – Murmura encogiéndose de hombros.
Asiento.
-Quiero hablarte de algo – Murmura Justin, aun de espaldas a mí, sosteniendo la estantería.
-Escupe – Le digo.
Él se voltea, su mirada nuevamente en blanco.
-Vamos, eh, al sillón de la sala.
-Okey – Asiento mientras me levanto.
Él está acercándose a mí y trata de tomarme en sus brazos.
-Déjame intentar caminar – Murmuro, mirándolo suplicante.
El me mira unos segundos y asiente.
Doy pasos lentamente aunque el dolor en mis costillas persista, ya no es tan fuerte como antes y están mucho más movibles gracias a un par de píldoras que Justin me dio hace un par de horas, cuando ya estoy sentada en el gran sillón totalmente cómodo, me doy cuenta de que él se encontraba detrás de mí al pendiente de si terminaba en el piso, sin decir más se sienta junto a mí, a una distancia considerablemente buena para mí y me mira.
-Quiero disculparme – Murmura.
Parpadeo.
-¿Por qué? – Pregunto, por qué en verdad no sé por qué mas tiene que disculparse.
Él se echa hacia adelante, apoyando sus codos en sus piernas separadas y mira al piso, sin dejarme ver su expresión.
Sujeta su pelo con una mano, despeinándose un poco y deja escapar las palabras.
-Lo que dije en el instituto… Acerca de tu madre – Comienza, veo lo que le cuesta hablar, sé que Justin es probablemente de esas personas que decir “Lo siento” al parecer les quema la lengua – No tenía ni tengo derecho a hablar de ella, y fui un completo idiota al decir lo que dije y manchar su nombre así – Murmura.
Mi corazón se aprieta en mi pecho, recordando todo lo que dijo.
-Fuera lo que fuera, ella era tu madre, y se debería respetar su nombre simplemente por el hecho de haber traído una vida al mundo – Culmina, admiro sus palabras al pensar en cuanto amaba Justin seguramente a su madre. Su cuerpo tenso como una tabla se mueve hacia atrás, recostando su espalda sobre el sillón, junta sus manos en su regazo.
Yo también amaba a mama.
A pesar de la injusticia de nuestras vidas, ella era la mejor madre del mundo.
Mi padre trabajaba en un taller de mecánicos cuando no estaba borracho, eso nos dejaba una corta entrada de dinero, y a veces, cuando la situación estaba tan mala que no teníamos ni un plato de comida en la mesa, mama recurría a la peor cosa que una mujer puede hacer por su familia.
Venderse.
Cierro los ojos cuando el dolor es demasiado.
Mi madre se acostaba con hombres por dinero, para poder poner un plato de comida en la mesa cuando mi padre estaba tan borracho que no podía mantenerse de pie el solo.
Mi padre siempre se enteraba, y entonces las palizas hacia ella eran las peores, ella terminaba totalmente amoratada, algunas costillas rotas y millones de contusiones.
Era horrible.
Pero ella lo soportaba para poder alimentarme a mí.
Muchos chicos de mi escuela se burlaban de ella, de mí, todos decían que terminaría igual que ella, y yo me enteraba de los hombres con quienes estaba por que sus hijos al enterarse escupían su mierda sobre mí.
Literalmente.
Pero nunca se lo dije a ella, ella nunca pensó que yo sabía lo que ella tenía que hacer para poder alimentarme, ella se fue a la tumba con aquello metido para ella misma, con aquel secreto y ese dolor tan grande dentro suyo, y nunca se quejó por ello.
Solo por ese hecho, ella era la mejor madre de todo el maldito mundo.
También, aunque no quiera, recuerdo que papa siempre iba por la revancha en las noches a mi habitación.
Y antes de que pueda evitarlo, estoy nuevamente en la obscuridad.
Demoooooooonios chicas, estoy feliz, 2k leidos, muchas gracias por su apoyooooooooooooooo, un besooo.
ESTÁS LEYENDO
-Disaster- (Justin Bieber)
Ficção AdolescenteElizabeth Brown tenía un pasado oscuro que nadie conocía, era la chica más callada de la clase, probablemente de todo el Instituto, nunca había conocido lo que era tener un amigo, o simplemente un poco de cariño que no hubiera llegado de su madre, t...