XIII

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Parpadea una.

Dos.

Tres veces.

Sus ojos se abren con compresión.

Y  luego se estrechan en pequeñas rendijas.

-¿Cómo demonios…?

-¿Saltar camas para divertirse? – Murmuro, mis ojos estrechándose de igual manera mientras lo interrumpo, se ve sorprendido y un poco ofendido.

-Tenía que darle una buena excusa – Escupe.

Ruedo mis ojos.

-¿Así que esperas cuando tus padres te dejan al cuidado de tu hermanita pequeña para así poder follarte a cualquier chica mientras Jazmín juega e inocentemente piensa que los ruidos son por saltar camas? – Le escupo, de igual manera, es increíble como Bieber hace que mi lado sarcástico y malo salga de un solo tirón.

Pero entonces algo obscurece su mirada, y en dos segundos esta sobre mí, sus musculosos brazos tatuados a cada lado de mi cabeza, presionados contra el cabecero de la cama, su pecho y estomago a dos centímetros de mi cuerpo, toda su longitud cubriéndome escalofriantemente.

Sus ojos son duros y perspicaces mientras me mira rudamente.

-Tú no sabes una mierda, Elizabeth – Su rostro tan cerca del mío que apenas puedo respirar, cierro los ojos y dejo escapar una lenta respiración, maldición, mi corazón está en mi garganta y no encuentro una manera de hacer que baje – No te metas en mi vida.

-Entonces tú no te metas en la mía – Murmuro con molestia, mis ojos aun cerrados.

Casi quiero llorar.

Su cercanía es espeluznante, y a la misma vez es caliente, sin embargo, el amargo sentimiento de tener un hombre encima de mi es más horripilante que el que sea caliente.

Contengo el aliento cuando sus dedos rozan mi cuello.

Sus dedos bajan en la curvatura de mi cuello lentamente, una caricia tan suave que casi gimo ante ella, ¿Qué demonios está haciendo? Entonces, el familiar y nauseabundo sentimiento de repulsión me llena y mis ojos se llenan de lágrimas.

-Por favor – Murmuro, mirándolo con ojos brillantes – No me toques.

Su expresión ya no es molesta, y tampoco me mira a los ojos más, mira con curiosidad mi cuello, ignorando mi petición, su ceño fruncido escrudiñando mi cuello, sus dedos viajando a lo largo de él.

-Justin – Esta vez, no puedo evitar el sollozo – No me toques más.

El salta de mí en el momento que sollozo, como si hubiera estado a punto de clavarle un cuchillo o algo así, se queda parado a mi lado, mirando con horror mi cuello, y luego dándose cuenta de lo que acababa de hacer.

-Lo siento, yo… - Se voltea, llevando sus manos a su cabello y jalándolo furiosamente, dejándolo enredado y despeinado – Mierda, ¿Esa marca…?

Comprendo al instante.

-Si – Susurro, mirando hacia las muy interesantes cortinas mientras me limpio las lágrimas.

Hay una pequeña línea casi imperceptible en mi cuello, una cicatriz de lo que hizo Katherine, aquella vez cuando casi me ahorco, no sé por qué quedo esa marca, en realidad, se supone que los hematomas solos desaparecen, pero esa pequeña marca alrededor de mi cuello persistió allí y nunca se fue.

Tal vez era una amenaza.

-Yo… - Él se sienta en la cama, sus codos en sus rodillas con la cabeza entre sus manos - ¿Cuántas veces ha hecho esto?

-Disaster- (Justin Bieber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora