XXI

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La primera cosa que note al siguiente día en la mañana cuando puse un pie en el Instituto junto a Dam era que Katherina y su sequito de serpientes venenosas no estaban en la entrada de la escuela como todos los días.

La segunda cosa era que la Hayabusa negra de Justin estaba aparcada en el mismo puesto de siempre mientras el fumaba un cigarrillo recostado en ella luciendo completamente sexy y letal.

Y la tercera, y obviamente la más sorprendente era que él se estaba terminando su cigarrillo mientras que se levantaba de su motocicleta y con toda la tranquilidad del mundo comenzaba a dirigirse a paso lento hacia mí.

Bueno, viene en mi dirección, no sé si exactamente viene hacia mí.

-Brown – Saludo con un asentimiento de cabeza y sorprendentemente, con una media sonrisa.

Está bien, si viene exactamente hacia mí.

Me quede totalmente estática por un segundo mientras el chico aun avanzaba hacia mí en sus pantalones negros y una camiseta blanca, sus infaltables Supras eran sustituidas esta vez por una botas negras de motero, dándole un aspecto muy de James Dean.

Maldición.

Me encanta James Dean.

Mire a todos lados dándome cuenta de que mi traidor mejor amigo me había abandonado por un par de chicas que estaba conversando muy animadas con él.

Hijo de una madre.

-Bieber – Murmure en saludo cuando ya estaba frente a mí, apreté fuertemente una de las correas del bolso que Damian me había prestado puesto que había perdido el mío el día de mi paliza, suerte que lo único valioso que tenía allí era dinero.

-¿Qué tal te sientes? – Su voz sonó baja y ronca, para nada cortante o frio.

-Estoy mejor, ya vez, una buena noche de descanso hace mucho – Le di una sonrisa ladeada para no parecer grosera o maleducada.

El asintió mirándome fijamente a los ojos, me sentí momentáneamente idiota por su increíble olor combinado ahora con la nicotina del cigarro.

Maldición, deja de pensar así.

-Deberíamos ir a clases, vamos a llegar tarde – Dijo esta vez el, su tono sonando menos ronco, ladeo su cabeza hacia los estudiantes que comenzaban a entrar en el edificio, los cuales tampoco dejaban de mirar hacia nuestra dirección haciendo que comenzara a ponerme muy nerviosa.

-Uhm, seguro – Justin comenzó a caminar a mi lado, lo cual hacia que me preguntara mentalmente por qué demonios dejaba que la gente lo viera conmigo. Entramos en el edificio en un silencio un poco incómodo, siendo acosados por la mirada de todos los estudiantes que estaban ahora en sus casillas para buscar sus respectivos libros, el libre albedrío que normalmente se escuchaba era casi silencioso y solo podía oír unos cuantos susurros de vez en cuanto.

Me tranquilice mentalmente aunque empezaba a sentir que la respiración me fallaba, no podía soportar que todas las miradas estuvieran sobre mí, todos los ojos acusadores mirándome, analizándome, destruyéndome.

Demonios.

Llegar a mi taquilla parecieron años luz, espere que el chico a mi lado siguiera su camino mientras yo me detenía para tomar mis libros de matemáticas, pero no, se detuvo a mi lado recostando su espalda en la taquilla junto a la mía con los brazos cruzados mientras veía con aspecto aburrido a la gente que caminaba a nuestro alrededor.

Me le quede viendo completamente estática sin poder creerlo.

-¿Qué? – Pregunto el luciendo realmente confundido ante mi mirada incrédula.

Como si no lo supieras.

-¿Por qué estás aquí, Justin? – Pregunte, cansada de todo el drama que me estaba rodeando últimamente.

El frunció el ceño.

-¿Por qué estoy, eh... esperando que cambies tus libros? – Pregunto como si fuera lo más obvio del mundo, como si el hablara conmigo desde siempre y me acompañara a cambiar libros desde el minuto que comencé a estudiar.

Alce una ceja hacia él.

-¿Y por qué estás haciendo eso? Quiero decir, Justin, nunca antes habíamos hablado en la escuela o estado juntos, ¿Y ahora me acompañas a cambiar mis libros? – Simplemente no podía dejar de estar malditamente sorprendida.

Él se encogió de hombros ligeramente.

-Te dije que iba a ayudarte, y que no me iba a alejar – El murmuro, dirigiendo nuevamente su mirada a los entrometidos que se detenían sorprendidos al vernos hablar.

-Eso no quiere decir que tienes que ser mi maldita niñera – Lo mire fijamente.

Él puso sus ojos en blanco.

-Mejor cierra el pico y apresúrate, el Sr. Crocker te suspenderá si llegas tarde a clase – El me guiño un ojo miel antes de volver a su postura de perro guardián.

¿Dónde había quedado el chico frio, molesto y grosero que en vez de hablar como una persona normal gruñía?

-¿Te das cuenta de que todos están mirándonos y sacando conclusiones que no son, y obviamente irán corriendo a decírselo a tu novia? – Murmure, con la boca casi completamente abierta del asombro.

Justin se despegó nuevamente de la taquilla y descruzo sus brazos aproximándome rápidamente hacia mi casi haciendo que me caiga de culo contra el suelo.

-Primero, no me interesa una mierda lo que los demás digan, segundo, ella ya no es mi novia, y tercero, no te voy a dejar sola ni aunque me lo pidas porque aparte de que prometí que te ayudaría, en realidad me caes bien, ¿Lo tienes? – Mis ojos estaban muy abiertos ante su cercanía y aunque estuve duramente esperando que el sentimiento de repulsión y asco llegara a mí al invadir mi espacio personal nunca lo hizo, porque desgraciadamente, yo ya estaba comenzando a confiar en él.

Estoy tan jodida.

Retrocedí un poco recuperando un poco de aliento antes de responder.

-Como sea – La realización me golpeo – Espera, ¿Qué quieres decir con que ya no es tu novia? – Lo mire completamente confundida.

Sus ojos mieles brillaron con exasperación hacia mí.

-Termine con ella esta mañana – Él se encogió de hombros ligeramente pareciendo relajado y despreocupado.

Mi boca se abrió ligeramente

-¿Por qué? – Murmure – Quiero decir, no tiene sentido... - Negué con mi cabeza sin poder comprender.

-Bueno, ella era una maldita perra – El dirigió su mirada miel furiosa hacia mí – Tengo un poco de moral, sabes, no podría estar con una persona tan hija de puta como ella – El apretó su mandíbula fuertemente y temí por ella – Y si vuelve a acercarse a ti, mujer o no, le daré su merecido – Eso ultimo me sorprendió.

-No tienes que protegerme o algo así – Murmure un poco molesta con él.

Este estúpido chico idiota cree que puede venir de un momento a otro e intentar actuar como si fuera Superman, o Thor, o el Capital América, o cualquiera de esos superhéroes calientes.

-Oh, sí que tengo que hacerlo.

Puse mis ojos en blanco ante eso.

-Además, ¿No estás enamorado de ella o algo así? – El me observo como si hubiera dicho la cosa más graciosa del mundo.

-¿Enamorado de ella? Ni en un millón de años, cariño, solo había una única cosa por la que estaba con ella y ya puedes irte imaginando que es – El sonrió pícaramente mientras me guiñaba un ojo.

Sexo.

Por supuesto que sí.

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-Disaster- (Justin Bieber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora