XI

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Salto de la cama aunque el dolor vuelva a mi torso y costillas, cojo su brazo entre mis manos para observar las cortadas, hay cinco, demasiado profundas para mi gusto, tanto que pienso que se ha abierto alguna vena debido a la cantidad de sangre que brota, las mías arden, sé que sangran, pero las suyas más.

-¡¿Que mierda estás haciendo Bieber?! - Suelta la hojilla y cae al suelo, me observa con mirada neutra, sin expresión, sin ningún sentimiento a la vista, saca su brazo de mis manos y se levanta lentamente de la cama como si nada estuviera pasando, la sangre de color rojo profundo cae a las sabanas mientras termina de levantarse y empieza a caminar hacia el baño con una tranquilidad que me deja perpleja.

Escucho el sonido del grifo abriéndose, bien, el tipo está loco, completamente  loco, oh, Dios mío, no puedo creer que hiciera eso, no puedo creer que lo hiciera frente a mí, no puedo creer que se abriera los malditos brazos, no puedo creer nada de esto, nada de nada, esto es una maldita mala película de terror de serie B, quiero decir, ¿Por qué mierda se haría daño a sí mismo? Él quería un acto, se lo di, hice lo que quería, ¿Porque tenía que hacerlo el también?

-Aquí - Toma mi mano suavemente, colocando un algodón con alcohol en la herida, apreté los dientes cuando el dolor ardió en mis venas, estaba acostumbrada a él, así que me relaje luego de unos momentos. Observe su muñeca ya vendada, totalmente fuera de lugar alrededor de todos esos tatuajes.

-No lo entiendo - Murmuro, mirando fijamente sus vendas. Sus manos continúan trabajando en mi muñeca, atendiéndola, su pecho se expande cuando toma una gran bocanada de aire.

- Si yo me suicidara, ¿Te importaría? - Sus ojos están clavados en mi rostro, aun gacho, existe este magnetismo que me obliga a levantar el rostro y mirarlo, pero me resisto, sin querer mirarle a los ojos - Mejor así, si me suicidara, y solo tu sabias que podrías haberme ayudado, ¿Te importaría? ¿Pesaría en tu conciencia, Elizabeth?- Su voz tosca hace eco en mis oídos.

Ahora, entiendo su punto.

Sí, me importaría.

Porque él no se lo merecería, Justin Bieber podría ser el hombre más idiota del mundo, el más agresivo, despreciable, e innato de todo el planeta, pero ni siquiera el, tan idiota como es, merecería un final así.

Así que levanto mi rostro, y luchando contra la voz en mí interior que exige que resista, lo miro fijamente, sus ojos mieles y verdosos me observan con frialdad y brusquedad, sin expresión, ni sentimientos, escrutan mi rostro en busca de la respuesta.

-Exacto - Susurra, leyendo la comprensión en mi expresión, su rostro, sorpresivamente más cerca cada vez, comienza a transformarse en furia - Cada vez que te lastimes a ti misma, pequeña Brown, hare conmigo mismo el doble del daño, ¿Lo comprendes? - Su rostro a escasos centímetros de mí.

Entrecierro mis ojos con rabia.

-¿Crees que me importa una mierda? - Gruño, ¿Este hijo de puta cree que puede llegar de un momento a otro y comenzar a manipularme como si fuera una jodida muñeca de trapo? Soy una jodida cobarde, no una jodida muñeca.

Me lanza una sonrisita amarga.

-Sé que te importa, ¿Crees que la expresión en tu rostro cuando viste lo que hacía no lo confirmo? Una cosa es hacerte daño a ti misma, Brown, pero otra muy diferente es ver como otros se lo hacen a ellos mismos, ¿Verdad? - Sus labios curvados en una sonrisita odiosa.

-¿Qué quieres de mí, maldita sea? - Murmuro, cerrando los ojos un momento. Se inclina nuevamente a vendar mi muñeca hasta mi codo, ocultando las cortadas, sus ojos pegados a las heridas.

- Déjame ayudarte - Susurra, sin mirarme, termina de envolver mi brazo en una venda de gasa, colocando un broche al terminar. Lo miro fijamente unos instantes, tratando de calcular sus palabras, su rostro estoico permanece en blanco mientras recoge los medicamentos y gasas.

-Disaster- (Justin Bieber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora