Capítulo 4

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Oh, oh... tengo un problema, hablo, o no hablo con ellos. Tendría que explicarles todo lo que se de sus vidas, de qué pasa, y de todo... mejor que no, Lucy, mejor que no.
Haz como que no los has oído, y ya esta, asunto solucionado.
-Vamos Lucy, ve a hablar con ellos-dijo Fritanga mirándome-ya has ayudado mucho, y te doy las gracias.
Fritanga me dio un empujón hacia la puerta y yo salí de la cocina. No había escapatoria.
-¿Qué queréis?-pregunté
-Lo sabes perfectamente-dijo Thomas con voz muy seria
Yo me hice la ignorante, para ver si funcionaba.
-Pues en realidad no lo sé-dije
-Por favor Lucy... sabes perfectamente qué queremos-dijo sarcásticamente Chuck
Intento fallido Lucy.
Clonc... lo dije en voz alta, vale, estoy en un problema, pero un problema, muy, muy grande.
-Esta bien, os diré todo lo que sé-me rendí después
Fuimos al bosque para que nadie nos oyese, y nos sentamos en unos troncos secos que había en el suelo.
-Habla-dijo Newt con voz severa
-Bien... os conozco porque aparecéis en mis libros favoritos, lo que me leo una y otra vez. Fuisteis mis ídolos desde que me los leí, y no podía parar de pensar, que erais reales, a pesar de lo que dijesen todos, yo lo seguía creyendo-hice una pausa para coger aire- un día cuando volvía a mi casa, había unos hombres vestidos de negro, con unas armas que reconocería en cualquier sitio. Eran las armas que aparecían en los libros.
En la camiseta que llevaban esos hombres ponía WICKED, la organización de esos mismos libros. En ese momento me reí, porque creía que era una broma, pero me cogieron y me llevaron a un iceberg...
-Espera, espera, espera, ¿dices que somos unos personajes de libros?-preguntó Thomas
-Preguntas al final Thomas-dije yo-bien, me llevaron a una especie de avión llamado iceberg, y ya no recuerdo más, nada más.
Todos se quedaron mirándome con la boca abierta.
-Entonces... ¿somos unos libros?-dijo Chuck
Yo asentí con la cabeza y miré al suelo.
-¿Nos puedes decir que pasa en los libros?-dijo Newt
-Bien, pues la verdad es que...-iba a continuar cuando sentí un fuerte dolor en la cabeza que me hizo chocar contra el suelo y gritar.
El dolor se fue pasando por todo el cuerpo, y cuando ya no sentía ni los pies, todo se transformó en una gran cortina negra.
Mis párpados me pesaban, y decicí dejar de luchar, para sumergirme en un profundo sueño.

Una fangirl en el claroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora