Extra 4: Un nuevo amor

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Narrador.

Así han pasado tres años. El ministro Christopher Morgan se encuentra en su penthouse, el canino a su lado sentado. Han pasado muchas cosas, y es que para nadie es un secreto que el coronel tiene su vida formada.

Se encuentra bebiendo whisky, y es que los recuerdos jamás abandonan sus pensamientos.

Y es que en un mes empezará la misión por la cual tan duro ha trabajado. Captura a los Romanov, después de tres años por fin empezará la misión y aquello lo tiene con mucha adrenalina.

La FEFM es la central más rígida, manejada por un malhumorado ministro. Christopher ha unido el Mortal Cage con la FEFM, ahora parece un nido de ratas con una de gatos. Ya sabemos que puesto ocupan los soldados.

Christopher siempre fue conocido por todos sus logros, tanto buenos como malos, pero parece que el único logro del que se acuerda en estos momentos es…

—Christopher —se lanza encima de él.

Se miran a los ojos. Él se ve a si mismo, pero ella no, ella lo mira con devoción, con pasión y con aquello que algunos se atreven a llamar amor, pero ellos aún no encuentran la palabra correcta para definir el sentimiento.

—Hola —es lo único que él dice.

Parece que eso es lo único que le basta a ella para sonreír, pues sabe que Christopher nunca incluirá palabras sosas, ni alegres para hablar, es Christopher Morgan, no se puede esperar mucho amor de él.

Se mantiene con la cabeza en su pecho y el cuerpo a lo largo del cuerpo de nuestro ministro. Besa su cuello y sube a su boca, donde él la recibe gustoso, empieza el juego de besos y ella se separa.

Terminan de saborear sus labios y ella se pone de pie, se va al armario y empieza a buscar.

—¿Qué buscas?

—Ropa para ti.

—¿Qué?

—Saldremos —se encoje de hombros.

Por la cara del ministro parece que quiere matarla, pero eso nunca se lo perdonaría. Se mete a la ducha y un baño de agua fría es lo que se necesita para quitar el mareo del licor.

Al salir ella se encuentra lista, la recorre con la mirada. Lleva un vestido azul cielo con brillitos, el cual le llega hasta el talón, y una abertura en su muslo derecho. Sube su mirada con cuidado, viendo como el vestido se ajusta en las partes perfectas, al llegar a sus pechos ve el escote en V y su espalda también porta de un gran escote. Oh y es de tirantes. Claro, el calzado, lo menos importante para nuestro coronel o bueno, nuestro ministro. Ella calza unos tacones de color blanco.

El coronel opta por no decir nada, mira su ropa y rueda los ojos. Empieza a ponerse el boxer, acomoda la camisa de manga larga color blanco. Sube su pantalón de tela, dejando la camisa de manga larga por dentro del mismo. Calza unos zapatos oxford. Abre el armario y saca una chaqueta y dos abrigos. Se pone la chaqueta terminando de armar el conjunto.

—¿Vamos? —ella pregunta.

El coronel le pone su abrigo, luego se pone el suyo. Asiente y salen del penthouse. Luego de casi dos horas de camino y muchos regaños de parte del coronel al fin llegan.

Salen del auto, y ella toma el brazo del coronel. Empiezan a caminar y se encuentra a si mismo ansioso y desesperado por no saber nada. Es un lugar abierto, tiene vista al mar, el sonido de las olas y la música clásica ayuda. Ah sí, la música clásica, al escuchar la melodía se encuentra recordando a Emma, la cena romántica que ella armó.

Al llegar un hombre es quien se posa frente a ellos.

—Buenas noches —saluda.

Christopher opta por ignorarlo y la mujer es quien responde.

—Buenas noches —le sonríe—. Tengo reservación.

—¿Nombre?

—Emma, Emma James.

—Emma James de Morgan —se escucha decir a si mismo el coronel.

El hombre sonríe y los lleva a la mesa.

Piden su cena y se mantienen conversando, pues aunque él casi no es de palabras, Emma parece que siempre tiene algo que decir, y esta vez no hay excepción.

La cena todo transcurre con normalidad, ríen y beben, se mantienen hablando de varias cosas, sin un tema fijo.

—El postre —habla el mismo hombre.

Es un pastel de tres leches con chocolate. Empiezan a comer y al llegar al final, el coronel se encuentra con el ceño fruncido y Emma se encuentra con los nervios a flor de piel.

—¿Qué es esto? —pregunta el coronel.

Emma parece que está vez si se quedó sin habla, el coronel toma una servilleta y empieza a limpiar los pedazos de pastel que hay en el objeto, luego de unos minutos, por fin acaba, mira lo que tiene en su mano y su primer instinto es alzar la vista a la mujer frente a él, quien da un brinco.

El entorno ha cambiado y la música igual.

Baja de nuevo la mirada, mira lo que hay en su mano, aquello parece imposible, pero tampoco es para tanto.

—Te estás hiperventilando —susurra Emma.

El coronel alza la mirada, le frunce el ceño y vuelve a lo suyo, ve como su mano empieza a temblar y el sudor frío en su frente. Todo está pareciendo irreal.

—Estas embarazada —dice al final.

Mira a Emma quien asiente con nerviosismo. Christopher se pone de pie y Emma copia su acto. Ambos se miran…

—Per-

—Es la primera vez que te callas y no pudiste durar mucho, niña.

Oh sí, el coronel sigue llamando de esa forma a Emma, pues así empezó toda esta historia. Parece su Emma ya no es una niña.

—¿Cuánto? —se encuentra a si mismo preguntando.

—Dos meses —es la respuesta.

De Emma se pueden decir muchas cosas, pero ahora ella es un orgullo. Es capitán de la FEFM, manejando la tropa al lado del teniente Alan, tiene una vida, y aunque vive con Christopher tiene su propio apartamento y sus propios autos, consiguió todo lo que buscaba y aunque Luciana sigue sin aceptar muchas cosas, a Emma poco parece importarle. Rick dejo de hablar con ella, desde la desaparición de su hermana se enteró de su romance con el coronel y no fue de su agrado, así que han pasado tres años desde la última vez que hablo con su familia. Aunque a veces se encuentra triste, recuerda todo lo que pasó, todo lo que lucho. Sabe lo que merece, y sabe cuanto lo vale.

Se encuentra a si misma en el aire, mira a su alrededor desorientada y es Christopher quien la está elevando y dando vueltas. Empieza a reír y lo abraza con fuerza.

El coronel vuelve a ponerla en el suelo. No es sorpresa para Emma que el coronel este sonriendo, pues se siente gustosa de que sea ella quien causa una sonrisa cada que puede. Ella y… bueno, las sanciones.

Empiezan a bailar, el coronel la toma por la cintura y la música suave inunda sus oídos. El ruido del mar, hace del ambiente un sitio perfecto para la noticia y para ellos.

Pues son tan distintos, pero tan iguales. El hombre que solo quería divertirse y la mujer que quería demostrar madurez. Ahora es el ministro que tiene su diversión y la capitán que tiene su madurez. El amor saca fruto, el fruto de este amor, es lo que se está formando en la barriga de la mujer…

Fin.

Nota.

Este extra no pensaba sacarlo, sin embargo hubo algo que me hizo hacerlo (no les diré que es, porque se caen de trasero)

Empher oficialmente llega a su fin, espero les haya gustado y se hayan divertido.

Chao:(

Empher#1 (Christopher X Emma)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora