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Vicente.

Hoy era el cumpleaños 19 de los gemelos, Iván y Rodrigo andaba en chinga trayendo la banda para despertarlos, mientras que Mayito y Alfredo peleaban quien le daba el mejor regalo a cada uno.

–¿Dónde están mis consentidos?– dijo mi apa llegando con Midiam y Teresa, quienes apenas iban a conocer a mis plebes.

–¿Dónde están mis niños?– pregunto Teresa mientras miraba como sacaba las Barbies.

–¿Para quien es eso?– pregunto Mayito viendo los juguetes con el ceño fruncido.

–¿Cómo que para quién?– dijo Midiam.–Para nuestros niños.

Todos dejamos de hacer lo que hacíamos.

–¿No sabe que Kiraz prefiere los carritos que las muñecas?– pregunto Iván en un susurro.

–No saben que cumplen 19– le contesté del mismo modo.

–¡SE OIA RECHINAR UN CUERNO!– canto Ismael, mientras que traía a Kiraz en sus hombros y del mismo modo metió su chancla en el ventilador de del pasillo, afigurando balazos.–TAMBIEN UNA SUPER CUARTA– Ahora le pegaba al piso.

Kiraz soltó la carcajada, mientras que Ismael le volvía a poner su chancla.

–Apa–dijo Teresa aún viendo a mis plebes–¿No dijo que eran niños?.

–Pues son mis bebés– dije yo mientras esperaba a Ismael quien venía a abrazarme, mientras que Kiraz, ella solo me dió un beso en la frente.

–Buenos días– dijo Ismael tomando de la mano a Kiraz mientras la posicionaba detrás de él.

Kiraz mantenía el silencio así como la mirada fija en las dos mujeres que no sabían cómo reaccionar.

–Hola– dijo Midiam mientras miraba a Kiraz asombrada y a Ismael con una sonrisa.

–Te traje esto– Dijo Teresa mientras le enseñaba las muñecas a Kiraz, quien solo la miraba con una ceja alzada.

Ismael se fijó en las bolsas antes de pasarlas a su hermana.

Kiraz.

Miraba atenta a las mujeres que tenía frente a mí, eran preciosas.

–Puedes tomarlo cereza– dijo Ismael mientras me pasaba las bolsas y yo me sentaba a abrirlas.

Empecé a mirar el contenido, sintiendo la mirada de todos puesta en mí.

–Muñecas– dije mientras miraba las 10 Barbies que estaban en su caja, Barbie doctora, veterinaria, niñera, cocinera, maestra y más eran las que habían.

–Perdon mija- dijo la más joven– mi apa nos dijo que eran unos niños y lo tomamos muy literal– dijo viéndome con algo de preocupación.

Mi vista regreso a las muñecas y una media sonrisa se puso en mi rostro.

–Son preciosas– dije mirándola.

–¿Qué?– mis ninos y mi apa dijieron al mismo tiempo.

–Pero quizás deberías de darcelas a alguien que le gusten, y que pueda darles provecho– dije aún viéndola y ella solo asintió

–Ya decía yo que era mucho para Kiraz– dijo Ismael ganándose un golpe de mi parte.

Ambas mujeres se presentaron, ahora sabía que eran mis tías.

–Plebes– nos llamó mi tío Alfredo– tengan– nos lanzo una llave e Ismael y yo lo vimos sin entender.

Con la cabeza nos señaló unas motocicletas que estaban con madres.

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora