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Iván.

No fui suficiente para mi papi

Cada palabra que salía de ella me hacía tenerle un coraje cada vez más grande a Vicente. Kiraz e Ismael son lo mejor que le pudo pasar, y ahora, tambien a mi.

—Alisten sus maletas— entre haciendo que Kiraz se escondiera en los brazos de Isma.

Nunca le gustó que la vieran llorar.

—¿Para qué?— Pregunto Isma, y voltee a mirar a Romi, quien solo asintio.

—Nos vamos a mi rancho— les dije y los cuates en chinga se voltearon a ver.

—¿Nos iremos contigo?— pregunto Kiraz, y mire como se le formó una media sonrisa.

Kiraz siempre había Sido la niña de mis ojos, mi princesita, ella lo sabía y todos lo sabían, el pensar, imaginarme que ella tenga mi sangre que sea ella mi hija, mi heredera junto con su hermano, solo lograba herizar mi piel.

Mire como todos comenzaron a alistar sus cosas, mire a Romina de perfil, y pude ver un bulto en su vientre.

Ese hijo de la chingada la embarazo y la boto como si nada.

Kiraz.


—Me duele mucho la cabeza— dije y mi Nino me miró nervios mientras que Isma me miraba sorprendido.

—No mames a mí también y un chingo— se sobaba su caabeza— Somos twins—

—Si Isma, si somos— dije riendo.

Terminé de colgarme mi bolsa al bajarme de la camioneta, Néstor me sonrió y apenas iba a corresponder cuando Isma me tomo de una mano y mientras lo miraba confundida mi Nino tomo mi otra mano.

—¿Y ustedes qué?— dije mirándolos con el entrecejo fruncido.

—Es que eres Pancha Villa— dijo Serafín mientras chupaba unos takis, logrando quitarles todo el chilito.

—¿Donde los conseguiste?— dije mientras volteaba a ver a mi tío,mientras casi estaba  siendo arrastrada por los hombres a mi lado.—Yo quiero—

—Ya no cenaste hoy, no, no cenaste hoy, estás a dieta— dijo Serafín mientras cantaba y movía las caderas, Romina y nosotros no tardamos en soltar la carcajada.

—¿De dónde sacas tanta mamada?— pregunto ovidio mientras comía una hamburguesa.

¿Por qué están comiendo y yo no?

—Es que cuide a tus plebitas y cantaban esa canción— dijo mi tío, y Ovidio volteo a verme incómodo.

Incómodo como el silencio que se formó.

—kiraz...— ovidio iba a seguir a hablando.

—Pongase a jalar wey, ve y juega con tus plebitas, necesitan a su papá ahorita, además el bebé que viene en camino también— dije mientras sentía el corazón doler, los pulmones me dolían mucho, y el nudo en mi garganta era muy notorio.—Nino, hacemos una carnita asada o qué— dije sonriendo, me dolía la quijada de tanta sonrisita.

—Sale— me dió un beso en la frente mientras que Isma lo miraba mucho.

—¡Ovidio!— llegó su mujer con su viene muy abultado. Me miró de arriba abajo.—No sabia que te gustaba lo corriente cuñado— miró a Isma del mismo modo que a mí.

—Son mis hijos Adriana, ahórrate tus comentarios— le dijo mi Nino y sin más se metió.

La mujer se acercó conmigo.

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora