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Kiraz

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Kiraz.

Habían pasado 1 semana desde la fiesta, realmente me sorprendió el que mi papá lo conociera, ahora se que es hermano de mi Nino Iván y de mi tío Alfredo.

Terminando la fiesta, mis tíos, ninos papá e Isma se tuvieron que ir a Venezuela, por algo de unos tratos o algo así.

Nunca me había separado de Isma, menos tanto tiempo, de mi papá lo había hecho, ya que por "seguridad" había veces que no nos mirábamos hasta casi 1 mes, pero  Isma, nunca habíamos estado lejos uno del otro.

Limpie rápidamente las lágrimas que salían de mis ojos, mire la enorme casa en la que estaba y el como estaba asegurada, mire a Trébol y a Nini, ellos me sonrieron y correspondi.

Empecé a hacer el desayuno, y cuando terminé, empecé a desayunar.

Era irónico pero jamás me había sentido tan sola, nisiquiera cuando Zinerva se fue.

–¿Todo bien señorita?– dijo Trébol mirandome seríamente.

–¿Ya desayunaste?– el me vio atento cuando se dió cuenta que evadi su pregunta.

–No señorita, aún nadie de nosotros lo hacemos– lo mire raro y sin más me metí a la cocina.

–Regresa en 20 minutos y te traes a Nini– Trébol me miró raro pero asintió.

Empecé a hacerles de desayunar, eran al rededor de 300 escoltas que estaban dentro del rancho, le tuve que pedir apoyo a las 4 muchachas que trabajaban ahí, eran amables, pero no éramos amigas.

Luego de 20 minutos aún no terminabamos, por lo que Trébol tuvo que esperar al rededor de 30 minutos hasta que terminamos de hacer todo.

–Ayudame con eso, por favor– le pedí que cargará dónde estaría el agua de limón que hizo Lía.

Les di el día libre a las muchachas, así como también les regale unas cosas que había sacado.

–¿Usted hizo todo esto?–pregunto Nini viéndome.

–Si, ahora coman– todos empezaron a servirse en los platos y vasos desechables mientras yo los miraba con media sonrisa.

–Muchas gracias Señorita– contesto uno de ellos para luego volver a su basé. Así siguieron todos hasta que se terminó.

–¿Puedo estar aquí con ustedes?– pregunté a Néstor y Trébol quienes me miraron con el ceño fruncido–Por favor–

Ambos asintieron y ahí me quedé en silencio al rededor de 3 horas. Realmente no quería estar sola en la casa.

Leonardo Ismael.

Miraba el paisaje que la casa de seguridad nos ofrecía, pero en mi mente solo estaban los ojitos chinitos de mi hermanita. Nunca habías estado separados tanto tiempo, pero había Sido muy necesario el venir acá.

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora