Capítulo 30

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Narra Mew:

—¡¿Él te sigue acosando?!— pregunté exaltado.

—No...no....no lo sé. No he podido probar nada...la primera vez que lo ví aquí tuve el valor de enfrentarlo...su hija estudia en la escuela de la esquina, la viene a dejar en las mañanas. Siempre tengo miedo de encontrármelo, por eso salgo más tarde de casa...pero a veces él sigue ahí.

—Maldito...— susurré apretando el puente de mi nariz —...obviamente te sigue acosando fácilmente con esa excusa. Quiere volverte loco— alcé mi voz en dirección a Gulf —¿Por qué no me lo contaste antes? ¿Por qué no hiciste nada?

—No puedo ni siquiera verlo...— Gulf también empezaba a perder el control de su voz y cuerpo, con impotencia temblaba y con ira su rostro se volvía rojo —Si me acerco a él...siento que vomitaré, y si paso a su lado el miedo me controla. ¿Qué puedo hacer? No puedo prohibirle que venga a ver a su hija, o ponerle una orden de alejamiento, no tengo pruebas de nada, él solamente se queda ahí parado...observándome.

Azoté la puerta del auto cerrándola, sentía hervir mi sangre, no podía ver el rostro de Gulf así de descompuesto una vez más, me juré a mí mismo cuando acepté mis sentimientos por él que nunca dejaría que las lágrimas dañaran su hermosa piel otra vez, solo iba a poner sonrisas en sus labios, e iba a pintar el mundo de colores por él.

—Hijo de...— necesitaba golpear algo, pero no podía ser mi hermoso auto mostaza. Si la ley no lo proteje, y no puedo esperar a que Dios castigue a ese imbécil en el cielo...existe lo que se llama justicia propia. Miré a Gulf determinadamente —No sé cómo, pero no va a seguir haciendo esto ¡No puede hacerle esto a mi novio! Me va a escuchar.

A punto de dirigirme a ese imbécil sentí las manos de Gulf reteníendome.

—No,no no, Mew...no quiero problemas. Ya no quiero saber nada más de él, no puedo soportar más situaciones tensas, no pelees, solo déjalo así, intento ignorarlo y olvidar todo...solo tengo que evitar su mirada. Puede ser peligroso.

—¡El que va a tener problemas es él!— dije perdiendo los nervios —Esta es tu casa, y si quieres mirar la esquina o caminar por la vereda de tu propia calle ¡Nadie te lo va a impedir!

Sé que estaba descargando mi enojo contra Gulf en vez de en ese canalla, pero era inevitable al ver como Gulf soportaba esta injusticia tan pasivamente. El que tenía que aguantar la ansiedad, el estrés de verlo todos los días bajo su edificio, e invertir esfuerzo en ignorarlo y controlar su mente...era Gulf ¡Mi Gulf tenía que soportar su peor miedo todos los días! Y eso era culpa de una sola persona...

Crucé la calle con un claro enfado digno de un búfalo, y al verme el cobarde empezó a caminar en la otra dirección.

—¡Hey tú! Ven aquí— apunté el suelo junto a mí con el dedo índice.

El hombre fingió no escucharme, solo giró su cabeza para asegurarse de que aún lo seguía.

—¡Ven aquí cobarde de mierda!

Éste se giró asombrado por el grito que perforó su cerebro de un oído al otro. Alzaba sus manos a forma de inocencia.

—Oye amigo...

—No soy tu amigo— dije apretando mis dientes mientras acortaba peligrosamente la distancia entre los dos, haciendo notar la gran diferencia de altura —soy totalmente lo contrario.

—Esta bien tranquilo— miró a los lados preocupado —No grites esas cosas al frente de la escuela de mi hija...

—¡Voy a gritar lo que se me de la gana! Y si no quieres crearte mala fama en la escuela de tu hija, y que ella sepa la basura que eres...no vuelvas a aparecerte frente a Gulf...si él vuelve a ver tu cara...me aseguraré que la próxima vez que te vea, ni tu hija pueda reconocerte.

Sálvame (MewGulf)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora