Cuando me asomo por la ventana del comedor, a eso de la hora, me encuentro una figura en el jardín, sujetando un ramo de flores. Es Jasper.
Abro la puerta y me reúno junto a él. En una hora me ha dado tiempo a ponerme una blusa blanca, unos pantalones negros ajustados y unas deportivas. Por encima, una chaqueta negra. No sé adónde vamos, por eso me he vestido de casual, pero nada más ver a Jasper, me arrepiento. Él va con un traje negro, camisa blanca debajo de la chaqueta y una corbata a conjunto con el traje. Sonríe de oreja a oreja.
— ¿Adónde vamos? —le pregunto, ceñuda.
Él hace un gesto con la cabeza y señala una limusina que hay ahí en la calle. El corazón se me para. No... tiene que ser una broma. Demasiadas coincidencias. Él también me llevó en limusina una vez, aquél día que pasamos aquí en Hogsmeade, el día en que le dije toda la verdad sobre mí.
Abre la puerta de la limusina y me invita a entrar. Él entra después de mí y entonces el vehículo se pone en marcha. Me quedo mirando el interior, hay un minibar, una pequeña televisión de plasma que cuelga del techo, luces por todas partes...
— ¿Qué tal? —me pregunta Jasper.
Carraspeo la voz.
— Bueno... bien. ¿Y tú?
Me mira y sonríe.
— Supongo que me veo en un apuro. He cancelado una reunión de vital importancia sólo porque me has llamado y he querido venir a verte.
Eso hace que me ruborice.
— No... no quiero que te metas en líos por mí, ¿eh? —digo.
Él se ríe.
— Tranquila. La reunión de vital importancia, lo es para ellos. A mí me da igual.
Su respuesta me sorprende. Éste debe ser el típico que ha alcanzado la cima y se cree que ya no puede bajar.
— Hum. Vale.
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Cuando bajamos de la limusina, me encuentro ante un gran edificio. Por lo que veo, ya que hay un taquillero ahí delante, debe ser un cine. Hay pancartas que anuncian películas, estrenos y no tan estrenos.
— ¿Qué te apetece ver? —me pregunta Jasper— ¿Película de miedo, de risa, de drama...?
— De risa —digo—. Son mis favoritas.
— Vaya —exclama en voz baja, pone una mano sobre mi espalda y me lleva hacia el taquillero—, una chica con sentido del humor.
Me ruborizo de nuevo.
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Cuando salimos del cine, estamos llorando de la risa. Por primera vez en mucho tiempo, estoy disfrutando del momento.
Ya ha oscurecido, pero no importa, porque ya no cuento los minutos.
— ¿Te apetece una hamburguesa? —me pregunta Jasper.
Arqueo las cejas de la sorpresa.
— ¿Tú comes hamburguesas? —le pregunto, con la boca abierta.
— ¡Eh! —replica con una sonrisa—. Que sea un empresario de éxito no quiere decir que no coma comida basura.
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Paramos en un burger y me sorprendo al ver que Jasper se pilla una hamburguesa de las grandes. Yo con una de esas pequeñas me conformo.
Cuando acabo, Jasper me mira y se ríe.
— ¿Qué? —replico, con los ojos entrecerrados.
— Tienes mostaza en el labio —dice con una sonrisa de medio lado.
Me limpio la mostaza con una servilleta y cuando la aparto, digo:
— ¿Y bien? ¿Cómo estoy?
— Perfecta.