Después de lo que se dice un buen... polvo, Draco y yo salimos de la habitación. Él ajustándose la corbata con la elegancia que solo puede conseguir Draco Malfoy, y yo, arrastrando la maleta.
Cuando salimos al jardín, no me sorprende ver una limusina. Una de las puertas del vehículo está abierta, donde se pueden observar el cabello rubio de Olly, y el rubio plateado de Narcissa.
Detrás de la limusina se encuentra la casa de mis padres. Ellos, con una sonrisa y un par de maletas, salen de la casa y llegan junto a nosotros, que ya estamos delante de la negra limusina. El chófer sale y abre el maletero, entonces, empieza a meter el equipaje de todos.
Draco, mis padres y yo, nos metemos dentro de la limusina para encontrarnos con Narcissa y Olly, que hablan animadamente.
He de reconocer que desde que su hijo se cayó a la piscina (bueno, lo tiraron...), Narcissa ya no está tan ausente. Se ve que ha recapacitado y se ha dado cuenta de que no puede perder la vida porque su marido esté en la cárcel, y me alegro por ello. Pero a la vez me entristece a qué precio.
El chófer pone en marcha la limusina y me saca de mi ensimismamiento.
———————
Ya estamos en el avión. Ha sido difícil porque nos ha costado mucho trabajo no perdernos, pero lo hemos conseguido. Draco, Olly y yo estamos sentados juntos, mientras que mis padres y Narcissa están detrás.
Han sido buenos y me han cedido el asiento que está al lado del pasillo, pues yo tengo vértigo y no me gustaría comprobar a qué altura estamos.
———————
Llegamos a Florida muchas horas más tarde, en donde en la salida del aeropuerto nos espera otra limusina, esta vez es blanca. Entramos y pasa bastante rato hasta que llegamos a Orlando, concretamente a un hotel de cinco estrellas en el que vamos a hospedarnos.
———————
Los demás ya están en sus habitaciones. Narcissa, para que no esté sola, duerme con Olly, y así también le echa un ojo. Mis padres duermen juntos. Y a Draco y a mí nos toca el ático, otra vez.
— ¿Cuánto has pagado esta vez? —le pregunto.
— Mucho más que la otra —dice con una sonrisa.
Ya es de noche, estoy cansada, lo reconozco, pero aun así, sonrío de medio lado.