EL NIÑO DE OJOS AZULES

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J.J. P.V.O

La alarma me despierta y abro los ojos. Me encanta encontrarme con los ojos de plata líquida de mi futuro marido. Me está observando, y a saber desde hace cuánto. Sonrío y le beso. Es un beso dulce de buenos días.

— Buenos días, princesita —me dice él.

— Buenos días, cielo —le digo.

Me levanto. Anoche nos quedamos completamente desnudos, así que Draco me observa atentamente apoyado en la cama. Poso para él y dejo que me observe unos segundos antes de irme a la ducha.

Cuando salgo, lo veo esperándome en la cama. Al salir del baño, él se pone de pie enseguida, se acerca a mí y me besa.

— Voy a ducharme —me dice en un susurro—. ¿Quieres que te acompañe al trabajo?

Sé que eso sería muy duro para él.

— No —respondo. Y le doy un beso dulce.

—————

Al llegar a Hogwarts y visitar la sala de los profesores como siempre, me encuentro a Luna frotándose la sien con una mano y con un café en la otra.

— Hola —la saludo, alegremente.

Gruñe.

— Hola —dice en apenas un susurro—. Me duele mucho la cabeza.

— ¿La resaca? —pregunto.

Ella y asiente y yo río.

— ¿Todavía? —me extraño.

Ella vuelve a asentir.

— ¿Con quién te toca ahora?

— Ravenclaw —suelta. Oh, los preguntones.

— Buena suerte.

——————

— Así no es —le digo a Amy, una chica de primero de Gryffindor, con una sonrisa—. Tienes que poner la sombra al otro lado de donde viene el sol.

Dar clases de Arte me encanta.

— Profesora Beckett —dice una voz a mis espaldas. Eso me hace estremecer, porque sé que muy pronto seré la profesora Malfoy. Sonrío inconscientemente.

— ¿Sí?

Es Olly, un niño de ojos azules claros, bajito y pecoso. Me mira tímidamente.

— ¿Es muy difícil dibujar como tú dibujas?

Me acerco a su mesa, cojo una silla y la pongo enfrente de él.

— Enséñame tus dibujos —le pido. Sé reconocer a un artista.

Él duda por un momento, pero a los segundos, saca un bloc de de su mochila. Me lo entrega mientras vacila y yo se lo cojo dedicándole una sonrisa. Con estas cosas siempre he tenido muy buen tacto, y por ello abro el bloc delicadamente.

Lo que me encuentro me gusta, y mucho. El niño tiene verdadera imaginación. Vale que sus dibujos no son perfectos, pero jolin, para tener once años, lo hace la mar de bien.

Cuando acabo de observar los dibujos, la mayoría de ellos dragones que escupen fuego, le devuelvo el bloc a su dueño.

— Chico, no se por qué me has preguntado lo de antes. Yo a tu edad no era tan buena —le digo. Y Olly me dedica una sonrisa radiante.

Con este tipo de cosas, yo ya me siento feliz todo el día.

——————

Cuando llego a casa, ya es de noche. Como siempre, dejo las llaves en el cuenco de al lado de la puerta. Aunque hay algo nuevo: me encuentro a Draco cocinando. Desde que vivo sola, nunca al volver me he encontrado a nadie que cocine para mí, excepto cuando Draco me cocinó los macarrones, pero eso no cuenta porque no venía de trabajar.

Le doy a Draco un beso en los labios y me agacho para oler lo del horno.

— Lasaña —le digo—. Huele que alimenta.

Cuando me levanto, Draco me abraza y empieza a olerme.

— Tú si que hueles que alimentas.

Sonrío.

MALFOY AND ME 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora