— Últimamente estás muy juguetona —dice Draco cerrando la puerta que hay detrás de mí, de modo que quedo atrapada.
Con un suave empujón, me aprieta con su cuerpo contra la pared. Empezamos a besarnos despacio, pero conforme la temperatura sube, vamos más deprisa.
Le agarro del pelo con una mano y con la otra lo aprieto más contra mí, para notar su cuerpo, necesitado del mío.
Con sus suaves manos recorre mi cintura hacia arriba, tirando de la camiseta que llevo puesta. Me la quita mientras me mira a los ojos con dulzura y yo hago lo mismo con él, primero desabrochando los botones de su camisa, y después, quitándosela para lanzarla al suelo.
Su dorso desnudo hace que me lance a él, besándole el cuello y subiendo hasta las orejas, cosa que le hace estremecer. Me coge por debajo del trasero y como puede, me lleva hasta la cama, me lanza en ella y se queda de pie, observándome.
— Los pantalones sobran —dice él con una sonrisa perversa.
Se inclina sobre mí, primero me quita los zapatos mientras deja que lo observe. Así, con la luz a sus espaldas, parece un ángel.
Después de quitarme los zapatos, empieza a quitarme el pantalón. Solo le falta quitarme la ropa interior y estaré completamente desnuda.
Se tumba sobre mí apoyándose con las manos en la cama alrededor de mi cabeza y me besa, dulce, para que me quede con el sabor de sus labios. Las orejas, para que mi vello se ponga de punta. El cuello, para sentir mi pulso acelerado. Y después el pecho, después de quitarme el sostén, para sentir mi corazón más cerca que nunca.
Mientras lo hace, yo le pongo las manos en la nuca. Sé que le gusta porque noto cómo su vello se pone de punta. Paso las manos por sus fuertes brazos y me quedo mirando sus ojos, que ahora me observan.
Después, Draco empieza a bajar. Y a bajar. Me quita las bragas con delicadeza. Y me besa ahí, en mi cosa, haciendo que me estremezca y gima de puro placer.
Cuando le aprieto fuertemente el pelo, empieza a besarme en los labios, apoyado en mí, mientras me acaricia los pechos y deja que yo le acaricie a él su dorso desnudo. Poco a poco, penetra en mí, llegando así al orgasmo. El mejor de mi vida.