DE COMPRAS

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Fred y George sacan su móvil y le hacen una foto a Olly, prometiéndome que harán un póster con ella. Sigue con su ropa del orfanato, pero aún así, sale guapo. Eso me recuerda...

— ¿Podríamos ir mañana a hablar con Dumbledore? —le pregunto a Draco, quien se ha situado a la otra punta de la sala, lo más alejado posible de Jasper.

— ¿Para qué? —pregunta, todavía con los ojos fijos en Jasper.

— Para pedir permiso. Quiero que Olly y yo nos tomemos la mañana libre para ir de compras.

Draco asiente y me besa la frente.

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La fiesta acabó bien. Todos se fueron a casa muy contentos y Jasper y Draco no se volvieron a decir nada. Olly durmió en la habitación de Ivan. Dice que le encantó, pero tengo una mejor preparada para él.

Dumbledore nos ha dado el permiso con mucho gusto y nos ha dado la enhorabuena.

— Olly, cariño, acaba eso —insisto. Olly se está encantando con los cereales porque está viendo los dibujos. ¿A qué no sabes qué esta viendo? ¡Doraemon!

— ¡Vafe, mamá! —exclama con la boca llena.

Mamá... Me encanta.

Draco está fuera, esperando.

— Ya está —dice Olly tirándome de la manga. Cuando me giro, sonrío. Tiene los pantalones del orfanato, porque Draco no tiene pantalones que le vengan más cortos, pero Draco le ha dejado una camisa y una chaqueta de un traje negro que le quedó pequeño.

— Vamos, pequeño —abro la puerta y dejo que salga al jardín.

Allí, en la carretera, me encuentro a Draco apoyado en una limusina negra. Me acerco a él y le doy un beso.

— ¿Malgastanto el dinero? —le pregunto, sonriendo ampliamente.

— La limusina es de los Malfoy, así que no he gastado nada. Y el chófer trabaja para mamá, quien me lo ha prestado.

Olly se queda con la boca abierta, y aún más cuando Draco nos abre la puerta y nos cede el paso. Olly se sienta en el asiento y enciende la televisión que cuelga del techo.

— Se adapta muy bien —dice Draco mientras mira a Olly con dulzura.

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Estamos en una tienda de ropa para niños en algún lugar de Londres. Es muy lujosa, y grande.

— Aquí me traían mis padres de pequeño —comenta Draco.

— ¡Aquí está todo muy caro, papá! —Draco sonríe al escuchar la última palabra.

— Eso no importa —dice el rubio, acercándose a un perchero lleno de trajes, donde se encuentra el pequeño. Se acerca a Olly, se arrodilla frente a él y le coloca una mano en el hombro —. Si ves alguno que te guste, no dudes en decírmelo. Tampoco dudes si son más de diez. Cómprate lo que quieras —y dicho esto, le da un beso en la frente y se levanta.

Olly se pone a mirar los percheros.

— ¿No lo estaremos malcriando? —le pregunto a Draco mientras paso mis brazos por su cuello.

— ¿Y qué más da eso? —responde con una sonrisa. Me besa en los labios y seguimos a Olly.

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Ahora estamos en una tienda de pintura. Mientras que Draco y Olly se ponen a pintar en la sección para niños, yo me acerco a la dependienta.

— ¿Qué desea? —me pregunta ella con una sonrisa amable.

— ¿Tienes los colores rojos y dorados?

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La tienda de muebles es grande. Muy grande. Mientras Olly se pone a mirar cosas, Draco y yo nos ponemos a hablar. Finalmente, Olly se queda con una cama muy bonita, que es de dos pisos. En la parte de arriba está la cama y en la de abajo, el armario. Forma un ángulo perfecto para colocarlo en una esquina.

Olly vuelve a examinar la tienda en un busca de un armario. De pronto, ve uno de dos puertas de madera blanca, como la cama. Y sé por qué se ha fijado en él: en la puerta derecha, hay un león, y en la izquierda, una serpiente. Draco sonríe cuando lo ve.

— Quiero este armario —dice finalmente Olly—. Me gusta.

Lo apuntamos a la lista, donde también está la cama, y empezamos a buscar una mesa de escritorio a juego con el resto de los muebles. Al final encontramos una bastante grande.

Draco paga y encarga llevar las cosas a casa. Después, se gira y nos sonríe.

MALFOY AND ME 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora