J.J. P.V.O
Me aparto de quien sea que me está besando y cuando abro los ojos me doy cuenta de que, aunque en el fondo albergaba la esperanza de que fuera él, es Jasper.
— ¿Qué haces? —exclamo.
— No lo sé —dice él. Parece confuso de verdad—. Te he visto y... mi corazón me ha dicho que te bese.
— Es absurdo —suelto—. ¿Qué haces aquí?
— Me habías invitado tú —dice él apartándose de mí —. ¿Recuerdas?
Me golpeo la frente.
— Lo había olvidado —le sonrío y miro la zona de los botones—. ¿Dónde está el botón de emergencia?
— ¿No está? —pregunta él, preocupado—. ¡Mierda! ¡Soy claustrofóbico!
Me empiezo a reír.
— No hay cobertura —dice él sacando su móvil.
— ¿Y qué te pensabas? —le digo sonriendo socarronamente —. Estamos en un ascensor...
Jasper se desabrocha el último botón de la camisa.
— ¡Eh, eh, eh! —me precipito a decir, moviendo exageradamente las manos delante de mí — ¿Qué haces?
— No te voy a hacer un striptis, tranquila. Es sólo que... —mira preocupado la zona de los botones de nuevo—. ¿En serio que no hay llamada de emergencia?
Está empezando a sudar.
— Tranquilo, estamos en un hospital: alguien tendrá que coger el ascensor tarde o temprano.
De repente, escuchamos ruidos.
— Oh, mierda —exclamo.
¡El ascensor se está moviendo!
— ¡SE VA A CAER! —exclama Jasper, horrorizado.
— Mantén la calma, Jasper —le digo.
Al instante y pillándonos por sorpresa, cae la puerta de una trampilla que hay en el techo del ascensor, dándole en la cabeza a Jasper. No puedo evitar reírme.
— ¿Qué demonios...? —empieza Jasper, cuando una voz familiar lo calla.
— Cállate, paleto cobarde. Gritas como una marica en celo —dice Draco mientras aterriza en el ascensor.
Tiene la cara llena de grasa, y algunos desgarrones en el traje.
Jasper y yo nos miramos.
— ¿Qué haces aquí, rubio teñido? —le pregunta Jasper.
— Salvaros —dice Draco mientras se encoje de hombros—. ¿No es obvio?
— Lo que es obvio es que no tienes un plan para salir aquí —digo, desafiante.
Lo miro fijamente a los ojos, esos ojos grises que ahora me miran con arrepentimiento y con pena. Pero yo no tengo pena por él, para nada.
— Pensaba abrir la puerta con la llave maestra —dice Draco—. Pero por lo visto no soy bien recibido, así que...
— Después de todo lo que le has hecho a J.J., ¿pensabas que te iba a recibir con los brazos abiertos? Abre la puerta de una vez y no huyas como un cobarde, que es lo que haces siempre.
Draco lo mira desafiante por unos segundos, descargando todo su odio sobre él, pero después me mira a mí y se pone a abrir la puerta.
Como habíamos bajado un poco, sólo hay un pequeño hueco para salir. Trepo y salgo por el hueco, seguida de Jasper y después de Draco. Me he hecho alguna magulladura que otra en las manos al trepar, pero nada grave. Miro a Jasper, quien se está sacudiendo el traje porque al trepar, se ha manchado. Y miro a Draco, quien me mira fijamente y en una postura recta y elegante.
— Vamos, Jasper —digo, y me doy la vuelta, dejando a Draco solo.