Al final, hemos bajado todos al comedor del hotel, un comedor lujoso lleno de mesas de cristal doradas y con una gran lámpara de araña que cuelga del techo.
Nos hemos sentado en una mesa y aquí estamos, esperando la comida. Fred y George están mareando a una camarera mientras piden (porque todavía no se han decidido) lo mismo para luego cancelarlo porque el uno se ha copiado del otro. Olly, quien también tiene un hambre ruidoso, está junto a sus abuelos maternos y junto a su abuela paterna, Narcissa. Ginny habla con Harry mientras le da indirectas para que haga cuanto antes la boda. Jasper y Draco (por muy raro que parezca) están manteniendo una conversación agradable, y yo, simplemente observo la estampa, porque aunque quería estar a solas con Draco, me alegro mucho de que mis amigos hayan venido.
Sí, faltan más personas, como Neville y Luna, que están en el Congo haciendo no sé qué; y Ron y Hermione, que no han venido por lo que pasó en el hospital.
Lo voy a contar, pero en breve. No quiero hacer un macrorelato. ¿Os acordáis de cuando me levanté de la cama del hospital y fui directa a pegarle a Ron? Pues como es obvio, Hermione le preguntó por qué le había pegado yo. Él le dijo que por Draco, a quien casi mata por acostarse con ella. Claro, Hermione se quedó blanca al enterarse de que su novio ya lo sabía (éso me lo contó mi madre).
Y desde entonces, no hemos vuelto a hablar.
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Cuando acabamos de comer, decidimos ir al salón de baile. Allí, hay mucha gente ya bailando y pasándoselo bien. Draco se acerca a mí mientras mira la pista de baile.
— Tú y yo nunca hemos bailado, ¿verdad?
Niego con la cabeza. Él me ofrece una mano y se la cojo. Me guía hasta la pista de baile y posa sus manos sobre mi cintura, yo paso mis brazos alrededor de su cuello. Y bajo la música lenta, empezamos a bailar.
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Narcissa y Olly se me acercan. Ahora estoy sirviéndome ponche en un vaso mientras Draco baila con mi madre una canción rápida.
— Querida, tu hijo quiere que lo lleve a Disneps Worlf —dice ella.
Olly se ríe.
— Disney World, abuela —la corrige.
— Oh, muy bien, entonces —digo con una sonrisa—. Alojaos allí esta noche para disfrutar más, y llevaros a mis padres —digo mirando a papá, quien está acariciando una figura antigua como si de mamá se tratara.
Narcissa asiente y se marcha en busca de mis padres.
— ¿Quieres bailar, mamá? —pregunta Olly.
Me quedo mirándolo y es entonces cuando me doy cuenta de que es tan alto como yo, casi. Aunque yo no soy muy alta, que digamos.
Asiento con la cabeza y juntos nos marchamos a bailar.
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Draco ha tenido la idea de que cenemos en un restaurante, solos. Estamos el uno frente al otro, mirándonos fijamente a los ojos. Sonreímos.
De pronto, una camarera interrumpe nuestro contacto visual para ofrecernos una carta con el menú. Le damos las gracias antes de irse y nos ponemos a comentar las comidas y sus precios, que no nos suponen ningún problema.
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Después de terminar de cenar, que por cierto he acabado llena, decidimos ir a dar una vuelta. Encontramos una discoteca lujosa, la cual nos cuesta 150$ la entrada por cada uno. Entramos y vemos a mucha gente que va vestida con abrigos de pieles y demás.
Por delante de nosotros, pasa una chica de nuestra edad y se queda mirando a Draco con una sonrisa. Yo la miro como diciendo "perra, es mío", pero parece que no lo capta.
— Que te pires —digo, de mal humor.
Draco sonríe y la chica acaba por marcharse, no sin antes mirar por última vez a Draco.
El rubio y yo nos acercamos a la barra y pedimos un par de bebidas.
— Las más caras que tengas —dice Draco.
Mientras el camarero nos sirve, no me fijo en qué marca es la bebida, sino en Draco, que está mirando a la chica de antes.
¿Sí? Pues se va a enterar.
Paso por delante de él, pero no parece darse cuenta, y me acerco a un grupo donde hay chicos y chicas. Como voy vestida como una niña rica, me sonríen. En especial hay un chico guapo que es moreno y de ojos negros, que se me queda mirando mientras sonríe.
Pasan unos segundos hasta que se me acerca.
— Cuánto tiempo —dice, sonriendo.
Detrás de mí aparece alguien que dice:
— Déjala en paz, Goyle.
— Vaya, vaya. Pero si es Draquito, mi amiguito del alma.
— ¿Cómo que Goyle? —pregunto, ceñuda— ¡Si te mató Ginny!
¿Cómo no me he dado cuenta antes de que era Goyle? ¡Si estaba clarísimo! Malditas luces de discoteca.
— ¿Qué pasa, no piensas saludarme, amigo? —le pregunta Goyle a Draco.
El rubio se lo queda mirando con rabia.
— Pues claro que no. Sigues siéndole fiel. No te has preocupado ni en tapar el tatuaje.
Goyle lanza una carcajada falsa.
— Pues claro que no, ¡porque Voldemort sigue vivo!
Draco y yo nos quedamos sin aire.
— Mentiroso —digo yo, de repente.
Goyle se gira hacia mí y sonríe malvadamente.
— Ya me he enterado de lo vuestro —escupe—. La boda del año... Voldemort no está contento contigo —añade mirando a Draco—. Se va a vengar de ti: matando lo que más quieres.
Draco me coge del hombro fuertemente y hace que le siga hasta la salida trasera, que nos lleva a un callejón oscuro. Tras cerrar la puerta, se vuelve hacia mí y me mira, seriamente. Pero noto que en sus ojos se está librando una batalla por no llorar.
— Te va a matar —dice en apenas un susurro—. J.J.... te quiere matar.
Yo lo abrazo.
— Tranquilo. Sólo estará bromeando. No pasa nada.
Pero él me aparta y apoya sus manos en mis hombros para mirarme con los ojos llorosos.
— No bromea. El cuerpo de Voldemort desapareció después de la batalla, pero nadie dijo nada para que no fluyera el pánico.