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La señora llegó al colegio con paso apresurado, entrando a la enfermería con la frente perlada de sudor por correr.
Soraru alzó las cejas ante el parecido de Mafumafu con el de su madre, tenían los mismos rasgos, sólo que la mujer tenía el rostro más redondo y los ojos más pequeños.
—¡Mafu!
Soraru se alejó de Mafumafu para que la madre lo abrazara, y se sintió un poco vacío al ver al chico abrazando a otra persona.
Vió a su madre hablarle en señas, sus manos acompañando su voz, pero no pudo escucharla.
Vió a Mafumafu contestar, viendo sus deditos moverse y luciendo extremadamente adorables.
Luego de hablar un momento, vió a Mafumafu señalar hacia él, con una leve sonrisa.
La señora se volteó hacia él, con una sonrisa amplia.
—Muchas gracias por cuidar a mi Mafu, Soraru.—la mujer hizo una reverencia.
—N-no hay de qué...
La mujer sonrió una vez más, se volteó un poco para poder ver a los dos chicos.
—Iré a firmar para llevarte a casa, Mafu, ya vuelvo.—habló, moviendo las manos.
Ambos asintieron, la mujer se fue.
Soraru supuso que debía ser más que sólo una persona que sabía el lenguaje de señas, que era un intérprete, o enseñaba señas, por la costumbre de hablar con las manos a pesar de que Mafumafu podía escuchar perfectamente.
También supuso que de ella, Mafumafu había sacado lo de hablar todo el tiempo con las manos.
Los ojos de Mafumafu fueron hacia los de Soraru, el mayor sonrió, acercándose un poco a él.
—Todo está bien, ¿Sabes?—dijo, sintiéndose mal por los golpes en su rostro.
Mafumafu asintió un poco, y creyó por un momento que la mirada de Soraru fue a sus labios, y él aprovechó a hacer lo mismo.
No supo porqué, pero simplemente ambos lo ignoraron.
Y la señora regresó para llevarse a Mafumafu, aunque antes el chico hizo unas señas, para señalar finalmente a Soraru de nuevo.
—Soraru .—dijo la mujer.—Mafu te está invitando a su cumpleaños.
—¿Cumpleaños?—repitió, pasando la mirada de la señora a Mafumafu, quien tenía las mejillas ruborizadas.
—Hoy Mafu cumple quince años.—dijo la mujer.
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