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—¿Sabes que Sou puede moverse en el agua? —dijo Eve.
—¿Cómo un pez? —preguntó Soraru.
El castaño lo miró con el ceño fruncido, Soraru rió.
—Bien, bien, continúa.
—El fin de semana lo acompañé a una sesión de agua-terapia. Tienen una piscina, pequeña, pero profunda, está hecha para personas como Sou.
>> El agua te llega hasta el cuello, pero puedes moverte perfectamente, y ayuda a la columna, que es el problema que tiene Sou.
Soraru asintió, vió la sonrisa de Eve y supo que lo había disfrutado mucho más que solo acompañarlo en su terapia.
—¿Qué hicieron? —preguntó, a lo que Eve alzó la vista, y tardó unos segundos en caer.
—¡No! No, no, no —negó, con sus mejillas enrojecidas—. Nosotros no... hicimos eso.
Soraru asintió, con una leve sonrisa.
—¿Y tú y Mafumafu qué?
—Habla dormido —dijo el azabache con una sonrisa, para confusión de Eve— Creo que nunca te explicamos su mudez... En resumen, Mafumafu no puede hablar o hacer ningún sonido de forma consciente, pero sí lo hace cuando esta dormido, sin querer.
Eve pensó un momento, para luego asentir.
—Es raro, pero Mafu siempre fue especial.
Soraru asintió.
—Y... ¿Eso?
Se miraron en silencio un momento, luego Soraru negó.
—Tampoco —dijo bajo—. Igual, pensar en eso se siente raro. Conozco a Mafumafu desde hace años, y una parte de mí lo sigue viendo como el adorable niño que tengo que proteger... Y por más que sea su novio y todo, lo quiero de una forma más amorosa, que sexual.
Eve asintió.
—Con Sou me pasa algo parecido —concordó—. Somos amigos desde niños, y por el tema de su columna y todo eso... es complicado.
Soraru asintió.
—En ese sentido, Sou es especial.
Eve sonrió ampliamente.
—Claro que lo es.
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