UN ÁNGEL ENAMORADO - (CACHÉ)

5.

𝕯𝖆𝖓𝖎𝖊𝖑𝖆
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Camino por las desiertas calles bajo la tenue luz de la luna, aprecio las estrellas agrupadas en las cientos de constelaciones que se esparcen por el oscuro cielo y pienso; por mi mente pasa la maravillosa tarde que compartí junto a la hermosa chica cuyo día no acabo como planeaba. Se veía tan linda bebiendo su café, soplaba el líquido caliente para luego darle pequeños sorbos, sonrío como una tonta ante el recuerdo. Por supuesto yo ni siquiera fui capas de saborear lo que estaba bebiendo pero no quise herir sus sentimientos así que mentí, es la primera vez que falto a mi moral por alguien pero vale la pena si su sonrisa permanece intacta.

María José tiene novio, aún no me acostumbro a esa palabra. No es un buen chico lo ha dejado claro con su actitud, la pobre chica quedó hecha un mar de lágrimas a causa de ese canalla. No debes entrometerte en relaciones que no te conciernen - me recuerda mi mente y yo asiento derrotada ante la idea de que tal vez no debí haberle dicho nada pero estaba enojada y no pensé con claridad, Cassiel tiene razón no es buena idea hablar en caliente.

El rostro triste de María José cruza mi mente, sus ojitos cristalizados por las lágrimas y las mejillas húmedas. Basta Daniela, ¡controlate!, no puedes dejar que ella domine tus sentidos. Me detengo en mitad de la calle, una sonrisa se forma en mi rostro y en ese momento tengo una idea de la cual tal vez podría arrepentirme luego. Comienzo a caminar de vuelta a su casa, debo estar loca porque es mitad de la noche y aún soy una completa extraña para ella pero nada de eso importa ahora, sólo deseo verla, saber si está bien o si puedo hacer algo por ella.

Comienzo a correr por la calle como una completa loca, estoy agitada, mis pulmones arden un poco pero hago caso omiso. No tan lejos logro divisar su casa, la tenue luz que escapa por su ventana me dice que está despierta y eso hace latir más de prisa a mi corazón.

No puedo tocar a la puerta a estas horas así que busco en el césped alguna pequeña piedra que pueda arrojar para llamar su atención, encuentro una y la aviento pero me doy cuenta de que no es una buena idea cuando oigo el ruido del cristal romperse.

¡Santa mierda!, pienso.

El rostro asustado de María José se asoma de modo que solo puedo ver sus ojitos abiertos en grande pero me ve y su rostro se relaja.

─── Daniela, ¿qué haces?.─── Habla bajo para no despertar a nadie.

─── Lo lamento, no quería romper nada, necesitaba saber si estabas bien.─── La vergüenza en mi rostro se nota a kilómetros.

─── Descuida, se que no lo has hecho a propósito. ¿Quieres subir?.─── Lo pienso unos segundos pero termino asintiendo.

Algo me dice que esto no es para nada una buena idea pero me aferro con todas mis fuerzas a aquellas enredaderas de flores con la esperanza de no romper nada más o su familia me quitará la inmortalidad.

─── Vamos ya casi, dame tu mano.─── Dice ella estirandose en un loco intento por alcanzarme.

Estiro mi brazo que a duras penas alcanza el suyo y ella tira de mi con todas sus fuerzas pero sus piernas pierden el equilibrio haciéndonos caer al suelo de la habitación.

─── ¡Oh mierda!, eso dolió.─── Sopla el raspón en su rodilla y se soba la cabeza donde recibió un golpe.─── ¿Daniela estás bien?