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𝕯𝖆𝖓𝖎𝖊𝖑𝖆
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Busco su bicicleta entre las muchas que hay encadenadas, no es que sea difícil identificarla, es negra con detalles rojos y además de eso tiene muchas calcomanías pegadas. Me paro apoyándome en el asiento mientras veo a las personas con diferentes estilos cruzar de un lado al otro. Me han confundido con una profesora unas tres veces y me han ofrecido cigarrillos otras cinco veces, la verdad espero que María José termine su clase rápido porque no quiero saber que más pueden ofrecerme.

Mis ojos se detienen en aquel auto negro. ¿Qué hace este idiota aquí?, bufo por lo bajo, mi mal humor acaba de aparecer, ¡asombroso!.

El chico cuya piel es pálida como la leche sale del vehículo, pasa la mano por su pelo rubio en un intento por acomodarlo pero fracasa rotundamente porque parece nido de pájaros. No me agrada para nada y tampoco voy a disimularlo.

Oigo la campana que indica el fin del curso, mis ojos viajan hacia la entrada y ahí está ella, luciendo fantástica como es de costumbre. Cada vez que la miro es como si todo ocurriera en cámara lenta, sus labios se curvan en una sonrisa, su pelo castaño moviéndose con el viento, ella acomoda un mechón tras su oreja tan tímidamente.

Mira a su amiga quien le sonríe con cariño, se despiden con un beso en la mejilla y ella camina; se mueve hacia mi, sus ojos me encuentran, sus mejillas toman ese color rojizo que tanto me encanta. Levanta su mano y me saluda con vergüenza pero la sonrisa en su rostro se borra cuando alguien la jala del brazo y cuando digo alguien hablo de "Conor", si ese niño riquillo que cree que todos le deben algo.

Hago una mueca de arcada y María José se ríe provocando que yo sonría diviriendome aún más.

───¡Auch!, estas lastimandome Conor.───Ella intenta quitar su mano pero él se aferra con fuerza.

─── Oiste a la dama, sueltala.───Hablo con calma.

───¿Otra vez tú?, ya estás agotando mi paciencia.───Me mira con odio pero eso no causa ningún efecto en mi.

─── Y tú agotas la mía.───Me paro en medio de los dos.

Me mira por algunos minutos pero finalmente suelta el brazo de María José quien se esconde detrás de mi como una niña pequeña.

─── Debemos hablar Poché. Tú y yo nos debemos una conversación pero que sea sin interrupciones si es posible.───Me mira de reojo.

─── Ya te dije que no te debo nada. Ya estoy cansada de tus actitudes, te comportas como un cretino. Me tratas como un maldigo objeto, cómo si fuera de tu propiedad.─── Él no se mueve; sólo escucha las palabras que salen de la boca de mi chica valiente.

─── Bien si así quieres que sean las cosas. No vengas corriendo cuando te des cuenta de lo que estás perdiendo.─── ¡Ahs..!, maldito egocéntrico, pienso para mi.

Sube en su auto nuevamente marchándose.

─── A tu novio le gusta hacer dramas por lo que veo.───Me río.

─── Puedo jurar que no siempre fue así.───Menea su cabeza en un acto de disgusto por la actitud de su pareja.

UN ÁNGEL ENAMORADO - (CACHÉ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora