DIECIOCHO

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A la mañana siguiente, en el asiento trasero del gran todoterreno de Taehyun, Yeonjun observó los árboles pasar a toda velocidad. Habían salido temprano, y se habían adentrado en las colinas. Ya podían ver las montañas más grandes y los pinos perfumaban el aire.

Con suerte el viaje sería provechoso. La urgencia lo carcomía, ya que solamente tenía tres semanas más para reunir los datos y elaborar su artículo antes de que acabara julio. El tiempo pasaba a gran velocidad, además, había tenido que descartar otra sección donde la información contenía demasiados detalles que serían fáciles de identificar.

Pero su investigación era interesante. Maravillosa, realmente. Su trabajo de campo había mostrado lo fuerte, diversa y abierta que era aquella comunidad. No todo giraba alrededor del sexo y las relaciones, sino sobre todo en general. Tus gustos no son mis gustos, pero no pasa nada. El resto del mundo podía aprender algo de Dark Heaven, estaba seguro. Quería compartir la visión que había obtenido.

En el asiento del pasajero, Beomgyu se giró y señaló la gran nevera portátil que estaba junto a Yeonjun.

—¿Puedes pasarme una soda Light, por favor? —le preguntó a Yeonjun antes de posar la mano en el muslo de su marido para llamar su atención—. Taehyun ¿tú quieres algo?

—Estoy bien, Gyunnie —contestó señalando el termo de café—. Contaminar la cafeína con burbujas es como arrojar residuos tóxicos al río.

—Crom, gracias por esa repugnante imagen visual — Beomgyu aceptó la lata que le ofreció Yeonjun—. Toma algo para ti. Hemos traído bastantes cosas.

—Gracias —Yeonjun escogió una botella de soda y se deleitó con el líquido helado. Al bajar la botella, encontró la mirada fija de Taehyun en el espejo retrovisor y arrugó la nariz—. Pienso que la soda y la cafeína van juntos, de la misma manera que un pastel y el chocolate.

Taehyun sonrió abiertamente. Con su cabello y ojos negros, y piel ligeramente bronceada, a veces se parecía demasiado a Soobin. Aunque Taehyun tenía rasgos menos marcados que Soobin, ambos eran oscuros y dominantes y Soobin muy alto.

—Por cierto, ¿Qué es un crom? —preguntó Yeonjun.

—¡Oh perdona! Es el dios de Conan el bárbaro —Beomgyu sonrió—. Crie a dos niños y les convencí de que lo usaran en lugar de la palabra que empieza por j.

—Inteligente —muy inteligente. Jeno disfrutaría con eso—. Aunque no sabía que tenían pequeños.

—Los adoptamos hace diez años cuando apenas tenían dos meses de edad —dijo Taehyun—. Unos preciosos gemelos.

Beomgyu se giró en su asiento para mirar a Yeonjun más cómodamente.

—Yeon, he estado preguntándome algo, y puedes decirme que estoy siendo indiscreto pero...

Taehyun resopló.

—Estás siendo indiscreto.

—No estaba hablando contigo. Señor.

La mirada fija de Taehyun se movió rápidamente hacia Yeonjun en el espejo.

—Desgraciadamente, los enfermeros tienden a ser entrometidos. Se supone que tienen que cuidar a todos y están acostumbrados a entrometerse en los asuntos personales de los pacientes. Después de décadas de preguntar a la gente si sus intestinos se han movido y de qué color es su orina, los límites de un enfermero se distorsionan.

Yeonjun estalló en risas mientras Beomgyu fruncía el ceño a su marido.

—Si no estuvieras conduciendo, te golpearía.

La sonrisa que curvó los labios de Taehyun fue lenta y ominosa.

—Si no estuviera conduciendo, azotaría tu trasero por amenazarme.

Hacían tan buena pareja... Yeonjun suspiró un poco. Él y Rowoon se habían entendido a nivel intelectual, pero Beomgyu y Taehyun compartían una increíble química sexual.

Frunció el ceño. Con Soobin también había química, pero no se conocían realmente. Y nunca lo harían.

Beomgyu se giró otra vez, y acomodó su cabello ondulado.

—De vuelta al cotilleo. Taehyun me dijo que fue Rowoon quien los presentó. ¿Por qué no te trajo nunca al club?

La bebida de Yeonjun se quedó paralizada antes de llegar a su boca. Esa era una buena pregunta. Nunca lo había invitado, sólo trató de convertirlo en su esclavo en casa.

—Tal vez pensó que me asustaría —reprimió una sonrisa—. De hecho, habría sido así si lo primero que hubiera visto fuera una escena con piercings.

Beomgyu hizo una mueca de dolor.

—Es cierto. Casi salí corriendo la primera vez que vi a alguien insertar agujas en el pecho —frotó la cabeza contra el brazo de Taehyun como un gato—. ¿Te estás viendo con Soobin?

—¡No! —Echando un vistazo al espejo, Yeonjun notó la expresión curiosa de Taehyun —. Soobin no es... No —se encogió de hombros. Se acostó conmigo y decidió que no soy su tipo. O algo así.

Cuando sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, giró la cabeza para mirar por la ventana. Los árboles cada vez eran más altos. Abajo, en el valle, un arroyo diminuto centelleó bajo la luz del sol. Le sentaría bien una caminata en aquel momento. El coche parecía demasiado opresivo.

—¿Tú sabías que él esposo de Soobin murió hace algunos años? —preguntó entonces Beomgyu.

—Gyu... —dijo Taehyun en tono de advertencia.

—Por lo que algunos dicen, hacían muy buena pareja, y dudo que alguna vez lo haya dejado ir. Ahora ve a algunos hombres y mujeres, pero a cada uno lo pone en un compartimento diferente —sus dedos pusieron comillas alrededor de la palabra—. La pareja de las escenas en el club, el esclavo en casa y la de las citas sociales. Es verdaderamente...

—No es apropiado hablar de Soobin a sus espaldas, Beommie. ¿Te gustaría ser amordazado durante el resto del viaje? —Sin apartar la mirada del camino, Taehyun extendió la mano y tiró del cabello de su esposo.

—No, señor. Desde luego que no, señor. Lo siento, señor —Beomgyu hizo un guiño a Yeonjun, y luego miró hacia delante.

Mierda, Taehyun. Justo cuando estaba consiguiendo un poco de información. Consideró golpearlo en la parte posterior de la cabeza, pero cuando se enfrentó a sus ojos en el espejo, ojos tan negros y con tanto poder como los de Soobin, abandonó la idea rápidamente.

Así que Soobin no había ido en serio con Yeonjun en lo más mínimo. No quería a nadie de esa forma. Ahora, ni siquiera jugaría con Yeonjun en el club.

Eso dolía.



SÍ, MI SEÑOR ❱ soojun/ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora