CINCUENTA Y UNO

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Soobin empezó temprano el fin de semana y el viernes condujo a su cabaña de verano en las afueras de la ciudad. Los empleado mostraron alegría al verlo y le informaron sobre todo lo que había ocurrido en su ausencia. Después se fue a dar un paseo. El sol

ardía en lo alto y el olor del océano era perceptible en el aire. "Había olvidado cuánto disfrutaba al estar aquí."

Al caminar por el lugar los recuerdos lo invadieron por un momento. Tiempo atrás, Yeosang y él solían ir allí todos los fines de semana. Disfrutaban estando fuera de la ciudad y visitando los mustangs que Yeosang rescataba. Sonrió. "Gatito tiene el mismo espíritu bondadoso."

En el punto más alto del lugar, la vista era impresionante y se quedó de pie mirando el distante océano. "Aquél era su lugar favorito." Yeosang lo había llamado "su lugar para relajarse y despejar la cabeza." Yeosang había muerto en ese mismo lugar y Soobin había enterrado sus cenizas allí arriba.

—Hola, amor —con el paso de los años había sentido su presencia en aquel lugar. "Quizás fuera su imaginación, quizás no."

La noche anterior, cuando Yeonjun había dicho que lo quería, se había dado cuenta de que todavía no había resuelto sus sentimientos por Yeosang. No podía darse por entero a Yeonjun y eso no era justo para él.

Suspirando, se sentó junto a la tumba de piedra de Yeosang. "Amado Esposo."

—Tú lo eras —dijo—. Mi amado esclavo y amado mejor amigo también —se apoyó contra el árbol que lo protegía—. Moriste demasiado pronto. Nunca tuve la oportunidad de decirte adiós.

Yeosang había ido a la cabaña y preparar una sorpresa para él, así que se había quedado solo en la casa. Los sirvientes lo habían encontrado a la mañana siguiente, ya muerto. Los doctores insistieron en que su muerte fue rápida, una aneurisma aórtica. "Nada podría haberlo salvado."

Pero las razones no importaban. Soobin debería haber estado allí para él.

—Vine para decir adiós, cariño —trazó un círculo en la tierra—. Estoy listo y sé que piensas que ya era hora. Yeonjun es un chico encantador con un corazón tan grande como el tuyo.

Justo entonces, una mariposa voló en el cielo. A lo lejos, se oía el sonido de las olas. No había pensado que alguna vez llegaría la hora en que querría abrir su corazón otra vez. "Pero había pasado." El pecho le dolía. "Mucho."

—Te amaré siempre, pequeño esclavo. No pensé que podría querer a otra persona tan profundamente, pero Gatito me ha atrapado —respiró hondo y lo admitió ante sí mismo. "Ante el mundo"—. Realmente lo amo.

Las palabras lo golpearon con fuerza, le atravesaron las entrañas, aterrándolo. Así que las dijo otra vez.

—Te amo Choi Yeonjun —miró fijamente el horizonte, el punto donde el mar se unía con el cielo. De algún modo había encontrado un camino que no había previsto. Ya no creía que la vida fuera una bonita llanura, tal y como había pensado de joven, sino que tenía colinas y valles, esquinas, curvas pronunciadas y despeñaderos.

SÍ, MI SEÑOR ❱ soojun/ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora