TREINTA Y TRES

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El tiempo que había pasado pensando solo había incrementado la frustración de Soobin. La cabaña era demasiado pequeña para pasear adecuadamente y, además, no había sido capaz de dormir. Cuando el amanecer iluminó el cielo, se puso las zapatillas de correr. Tenía que eliminar su cólera antes de hablar con Gatito.

La temperatura en el exterior era tan baja que le aclaró las ideas. El bosque se cerraba a su alrededor trasmitiéndole una tranquilidad que un habitante de la ciudad nunca podía experimentar.

El camino se elevó abruptamente y casi tuvo que escalarlo como si se tratara de una pendiente. Una vez en la cima, el sendero se aplanó en una serie de pronunciadas curvas. Su zancada se alargó y empezó a correr.

Cuando los primeros rayos del sol se filtraron a través de los árboles, cambió a un ritmo más firme y constante, calentando y soltando los músculos que se le habían agarrotado desde que el día anterior todo se había convertido en un desastre.

Habría jurado que Yeonjun era incapaz de lastimar a alguien deliberadamente. Gatito debería saber que una persona estaría en peligro, social o profesionalmente, si su membresía en un club de BDSM fuera conocida. Y lo que era peor, no se había defendido en absoluto. Su expresión había revelado su culpabilidad, y la acusación de Rowoon no había sonado a mentira.

Sí, había estado investigando en su club. Gruñó.

Los socios estaban bajo su protección y tenía la responsabilidad de asegurar su privacidad. Obviamente, no había hecho lo suficiente. Cuando Taehyun había recomendado que se le hiciera una entrevista personal a cada solicitante, Soobin había pensado que era excesivo. Se había equivocado. Ahora sabía que incluso una investigación sobre los antecedentes del solicitante podría no ser suficiente.

Maldición. No había sospechado de Yeonjun en ningún momento, simplemente había supuesto que el nerviosismo de su primer día se debía a que era nuevo en ese estilo de vida.

Después de echar un vistazo al sol naciente, regresó hacia la cabaña.

Gatito le había dicho que enseñaba a leer y Rowoon lo llamó Profesor. Soobin había estado ciego. Pero tenía que escucharlo, necesitaba más de él que un obstinado silencio. ¿Por qué no había explicado sus actos? No había dicho una sola palabra para defenderse.

Cuando el dosel de árboles ocultó el sol, el bosque se tornó frío y sombrío.

No podía haber nada entre ellos. Disminuyendo la velocidad, se acercó a una curva del camino. En su primer día, cuando le había preguntado si tenía pareja, le había mentido. Eso era una traición peor que la investigación que había llevado a cabo.

Corrió más deprisa, alimentado por el dolor que se negaba a disminuir. Doblando la curva, alargó la zancada para aumentar la velocidad y...

El sendero terminó. Piedras blancas se precipitaron a la oscuridad de un precipicio.

Con un gruñido de cólera, Soobin clavó los talones en el suelo.

Voy demasiado rápido. Las agujas de pino y la corteza no le dieron tracción. Patinó. Su pie chocó con una piedra enterrada y el dolor se extendió por toda la pierna cuando se torció el tobillo.

Se salió del camino por la zona más empinada.



SÍ, MI SEÑOR ❱ soojun/ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora