CINCUENTA Y SEIS

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Soobin le desató las manos y lo empujó sobre su espalda. Sin una palabra, le puso una almohada debajo del culo para levantarle las caderas, envolvió varias veces una larga tira de seda alrededor de su tobillo izquierdo hasta formar una suave esposa y ató el extremo al poste inferior izquierdo de la cama dejándole una gran amplitud de movimiento.

Cuando le agarró la otra pierna, el miedo se apoderó de Yeonjun y trató de resistirse. Pero Soobin se mantuvo firme, lo agarró con más fuerza y repitió la operación con el otro tobillo. Luego le colocó los brazos a los costados, manteniéndolo inmóvil con una letal expresión en sus oscuros ojos. Después anudó uno de los extremos de otra tira de seda al poste superior izquierdo y ató el otro extremo a su muñeca izquierda. Acto seguido repitió la operación con la muñeca derecha.

"¿Qué clase de bondage era ése?" Podía mover los brazos y las piernas sin problemas. Un brillo de diversión destelló en los ojos de Soobin cuando Yeonjun levantó los brazos. Despacio, deliberadamente, él envolvió una nueva tira de seda justo debajo de las rodillas.

Sin perder un segundo, le dobló la pierna izquierda, hizo que la abriera lo más posible y luego aseguró las restricciones de la muñeca a las de la pantorrilla. Contempló su obra por un instante y después hizo lo mismo con la otra pierna.

Indefenso, Yeonjun observó sus ilegibles ojos oscuros y pudo ver que sus labios se elevaban en una dura sonrisa. Soobin presionó una mano entre sus piernas, haciendo a Yeonjun suspirar.

—Te gusta que te aten, Gatito. Así que lo haré de tal forma que no podrás escapar de mis atenciones. De cualquier dolor que quiera que sufras.

El corazón de Yeonjun palpitó en un ruido sordo contra la palma de Soobin, y él se rió de una forma tan inquietante como la oscura luz que reflejaba su mirada. Ajustó los extremos de las tiras que le restringían las muñecas y los tobillos en cada uno de los cuatro postes hasta que lo dejó completamente a su merced. Yeonjun no podía mover los brazos ni las piernas y sus rodillas estaban dobladas y separadas, dejándolo vulnerable a lo que Soobin quisiera hacer.

Soobin lo observó luchar contra las restricciones al tiempo que sus labios dibujaban una sonrisa y los ojos le brillaban con diversión. "Era evidente que disfrutaba al verlo tan indefenso." Yeonjun respiraba cada vez más entrecortadamente y no estaba tan seguro de que aquello le gustara.

Lo vio dirigirse hasta un armario que descansaba contra la pared y se tensó. Aquel mueble no formaba parte de su mobiliario. Soobin sacó algo. "Un vibrador." Soobin se inclinó hacia delante lubricando su entrada, puso el vibrador contra su agujero y lo deslizó un centímetro en su interior.

—No, no, no quiero eso. Te quiero a ti.

—No pregunté —con diestros movimientos, presionó y deslizó el vibrador completo con una dura penetración.

Su culo se sentía desbordado, demasiado lleno. Entonces Soobin apretó un interruptor y sus músculos internos se contrajeron alrededor del vibrador, rozando su próstata. Una poderosa oleada de excitación se apoderó de Yeonjun y empezó a retorcerse, impotente.

—Esto te mantendrá ocupado y no hablarás —su boca se torció en un gesto de disgusto—. Además los Gatitos no hablan, maúllan.

Tomó algo que estaba sobre el edredón y lo mantuvo en alto para que Yeonjun pudiera verlo.

—¿Recuerdas esto?

Se trataba de las abrazaderas de pezón que había utilizado con Yeonjun durante su primer día en Dark Heaven. Una fina cadena colgaba entre ellas. Yeonjun abrió los ojos desmesuradamente. "¡Oh, no!" sus pezones ya estaban hinchados y le dolían.

SÍ, MI SEÑOR ❱ soojun/ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora