VEINTINUEVE

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Físicamente satisfecho y emocionalmente inquieto, Yeonjun se sentó sobre la cama, con la barbilla descansando sobre sus rodillas. El color llenaba la cabaña de una sola habitación, desde el edredón acolchado azul y blanco a las alfombras. Fuera, el viento corría a través de los pinos y abetos circundantes. La montaña era un lugar muy tranquilo.

Bueno, cuando sus habitantes no participaban en simulacros de combate.

Aunque había esperado que Soobin se quedara con él, uno de los hermanos Huening había requerido su presencia porque necesitaba consejo para solucionar un problema de su empresa. ¿Qué sabría el dueño de un club de BDSM sobre una empresa de guías por la naturaleza? En lugar de esperarlos, Yeonjun y Beomgyu habían conducido el auto de Taehyun para registrarse en las cabañas y asearse.

Se revolvió en la cama y la sensibilidad persistente en su cuerpo le recordó el vibrador y la forma en que la polla de Soobin lo había llenado. Y cómo lo había conducido a un orgasmo que enviaba ráfagas de calor a través de él cada vez que pensaba en Soobin.

No lo había dejado después de follar esta vez. A decir verdad, lo había sujetado contra su cuerpo tan firmemente durante el paseo en el carro de heno de vuelta que se había sentido seguro, feliz y maravillosamente pleno por estar bajo su poder.

¿Por qué eso me parece tan... satisfactorio?, se preguntó. El gato del cuadro sobre la pared lo ignoró. Gato presumido. Sus cachorros tenían mejores modales, lo escuchaban.

Está bien, reflexiona sobre ello. Ser abrazado era agradable. Él y Rowoon se habían abrazado en el sofá cuando veían películas.

Pero las acciones de Soobin eran más... dominantes. Lo había estrechado contra sí sin preguntar, lo había acomodado contra su cuerpo y lo había tocado como había querido. Y con cada prueba adicional de su control, Yeonjun se había perdido en él un poco más. Y Soobin lo sabía. Su media sonrisa y la tibieza en sus ojos decían que verlo rendirse ante él le complacía.

No estaba seguro de que le complaciera a él también. Le asustaba. Y mucho. Sus emociones lo estaban arrastrando hacia Soobin de una manera que nunca antes había sentido.

¿La atracción hacia Soobin era mayor sólo porque era más fuerte, más poderoso que Rowoon? Tal vez sus sentimientos no tuvieran nada que ver con el afecto. Tal vez estaba experimentando la reacción básica de un sumiso ante su Dom.

Y pensándolo bien, al principio se había sentido atraído por Rowoon porque le gustaba tomar las riendas, y ese lado de su naturaleza lo había excitado. Se miró fijamente las manos. Así que... había reaccionado frente a Rowoon porque era sumiso. Pero también le había gustado su compañía, su inteligencia, el control que tenía sobre sus propias emociones. Pero, ¿eso era todo? Hizo una mueca de dolor. ¿Había pensado que lo quería, cuando en realidad solo había amistad entre ellos y unas pocas chispas por ser sumiso?

Su deseo hacia Rowoon disminuía cada vez que Soobin lo sujetaba, lo tocaba o lo besaba.

Frunció el ceño deseando inútilmente una taza de té para ayudarlo a pensar.

Lo que fuera que hubiera habido entre él y Rowoon realmente ya no importaba, ¿o sí? En otoño vería si todavía podían ser amigos.

Después de echar un vistazo al reloj de la mesilla, saltó de la cama y fue hacia su maleta. Era hora de prepararse para la noche.

Tal vez haya más sexo. Sonrió. Nunca hubiera podido imaginar que su deseo fuera tan fuerte, pero Soobin había cambiado su modo de pensar. Tuvo que preguntarse, sin embargo, si alguien podría caminar después de un fin de semana como aquél.

SÍ, MI SEÑOR ❱ soojun/ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora