VEINTIOCHO

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Al oír que Kai anunciaba los premios finales, Soobin sonrió. Al fin. Su pequeño premio de guerra estaba retorciéndose sobre el vibrador, y él apenas podía contenerse para reemplazarlo con su polla.

Cuando la gente empezó a abandonar el escenario, Soobin tiró algunas cosas esenciales en una bolsa y se volvió hacia Yeonjun. Lo ayudó a levantarse del tronco y hundió el rostro en la curva de su cuello y hombro. El aroma que desprendía, una mezcla de olor a vainilla y a excitación, hizo que su polla saltara en sus pantalones.

Limpiaron el tronco mientras los Doms y los sumisos bajaban del escenario.

Entonces se escuchó un grito proveniente del bosque y los ojos de Yeonjun se agrandaron.

—¿Qué ocurrirá ahora?

—Tú harás lo que te diga, por supuesto. No te muevas —le ató las muñecas por delante, dejando un extremo de la cuerda suelto para usarlo como correa—. ¿Estás mareado? ¿Te duele algo?

—Estoy bien.

Soobin sonrió cuando Yeonjun cambió el peso de una pierna a la otra, al tiempo que apretaba los muslos. El vibrador habría dejado su cuerpo muy sensible. La brisa gélida y su excitación tensaron sus pezones hasta convertirlos en picos rosados que reclamaron atención. A decir verdad... Caminó otra vez hasta el cajón de los suministros y cogió un pequeño tubo de loción corporal.

—¿Para qué es eso?

Soobin podía ver los engranajes de su cerebro funcionar para encontrar los diversos usos de la loción, y se rió entre dientes.

—Deja de pensar, Gatito. Lo único que tienes que hacer es lo que yo te diga. Tu trabajo no es preocuparte, sólo obedecer. ¿Puedes hacerlo?

La respiración de Yeonjun era rápida y poco profunda cuando asintió con la cabeza.

—Muy bien —Soobin lo agarró del brazo para ayudarlo a bajar del escenario. Yeonjun se mantenía bien sobre sus pies y todavía llevaba las sandalias de plástico. Excelente.

Después de soltarlo, usó la correa para guiarlo fuera del camino, estableciendo un pasó rápido para sacarlo de su zona de comodidad. Enfatizando que no tenía el control.

Escogió un claro que estaba iluminado por varios tubos fluorescentes. Fuera lo que fuera que hicieran esa noche, quería ver su cara. Necesito hacerlo. Las sombras bailaban de un lado a otro lado del escaso césped cuando las luces se balancearon en el viento. Y la luna, en lo alto del cielo, lo cubría todo con su luz plateada.

Soobin extendió la manta en el centro del claro.

Frunciendo el ceño, Yeonjun dio un paso hacia las áreas más aisladas bajo los árboles y le lanzó una mirada avergonzada.

Soobin lo ignoró.

—Arrodíllate.

Mientras Yeonjun se dejaba caer de rodillas, Soobin caminó a su alrededor, inspeccionándolo como un Amo y disfrutando de verlo con aquella actitud sumisa. Su tez pálida parecía de seda bajo la luz de la luna. Un bello ángel pero con un cuerpo maravillosamente sensual.

Y su boca...

—Muy bien, mi pequeño premio de guerra, tiempo de pagar —murmuró poniéndose frente a él.

Yeonjun había bajado sus manos unidas para cubrir su desnudez, y cuando lo miró, Soobin puso el pie sobre el extremo suelto de la correa sin decir nada.

SÍ, MI SEÑOR ❱ soojun/ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora